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La columna | Que no le digan | El Tupper Lala-Alpura

Por Mario A. Medina *

En uno de los muchos rincones de la sede del Senado de la República, cuatro trabajadoras de limpieza disfrutaban de su comida: chicharrón guisado, huevo a la mexicana, nopalitos, ejotes, calabacitas y frijoles refritos que guardaban en recipientes; unos que fueron de crema Lala, otros de Alpura y dos más, clonesTupperware.

Cada una se preparaba sus taquitos con lo que habían llevado para la hora de la comida. Algunos le llaman  “el lonche”, comida del día anterior, manjares, deliciosos, comida casera.

En ese mismo momento en otro rincón del salón de sesiones, el Pleno del Senado de la República ratificaba por unanimidad el Convenio 98 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que obliga a proteger a los trabajadores contra actos que vulneren su libertad sindical.

Y mientras los senadores de Morena celebraban este “hecho histórico” enmarcado con el grito: “¡Es un honor estar con Obrador!”, las empleadas de la OutsourcingFonatur que da servicio a la Cámara Alta, desconocían que algo en suerte se jugaba en el salón de sesiones que muy temprano aspiraron, trapearon y le sacaron brillo.

Igual, ni por enteradas se dieron ellas y otros muchos trabajadores que los senadores panistas a la hora de votar se salieron del salón cumpliendo su papel histórico al lado de los empresarios;  presionaban para que el convenio no fuera ratificado. El queretanoMauricio Kuri pedía que el Convenio se turnara a comisiones, las cuales ni se habían formalizado.

El Ejecutivo federal había pedido al Senado ratificar el convenio y se sumará a los compromisos asumidos por México a nivel internacional en materia laboral para garantizar el pleno goce de la negociación colectiva a los trabajadores.

Sólo los panistas se “autocensuraron”, no quisieron debatir, aunque no lo dijeron, buscaban proteger a los empresarios, mientras que el secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), Ángel Aceves del Olmo, reconoció que en un principio pensó en abstenerse, pero adelantó que votaría a favor.

“No más contratos de protección que sólo han servido para explotar a los trabajadores con bajos salarios y condiciones casi de esclavitud”, subrayó el polémico Senador de Morena y dirigente del Sindicato Minero, Napoleón Gómez Urrutia.

La ratificación del Convenio 98 de la OIT es el producto de lo que significa que Morena sea mayoría en el Congreso porque de lo contrario seguramente PRI y PAN hubieran sumado fuerzas para explicarnos, querernos convencer de las “inconveniencias” de votar a favor de la certificación del acuerdo: “Los empresarios cerrarán fuentes de trabajo y se llevarán sus capitales.


“Es preferible –argumentarían- no molestarlos y sigan creando miles y miles de empleos”, no le hace que estén mal pagados, como los que perciben los aseadores de las cámaras de Diputados y Senadores, de oficinas gubernamentales, del Metro y de muchas empresas privadas.

Sin lugar a dudas este paso es de gran trascendencia; obliga al Estado Mexicano hacer cumplir no sólo a los empresarios este precepto de la OIT, sino al propio gobierno –el que está y el que ha de llegar-, a consumar sus compromisos de pagar salarios dignos a sus empleados y cumplir el mandato constitucional en la materia.

En tanto, están pendientes otros convenios de la OIT como el 189, relativo al trabajo doméstico que garantice los derechos laborales de quienes trabajan en el hogar, sean mujeres, sean hombres.

En declaraciones al diario Excélsior, Arleth Leal Metlich, directora asociada de Red Ring, destacó que “de mil empresas dedicadas a la subcontratación sólo 100 están en la formalidad y pagan todas sus obligaciones patronales como el seguro social”. Este es el retrato de las outsourcing en México.

El de las señoras y señores de la tercera edad, de jóvenes que ganan cinco mil, o cuando mucho seis mil pesos mensuales a quienes sus capataces, como en los tiempos de las tiendas de raya,  les encuentran pretextos para castigarlos sin uno o dos días de salario o, de plano, para despedirlos sin prestación social alguna.

Mientras el presidente de la Cámara de Senadores, Martí Batres, con una expresión facial de triunfo, y con la voz casi asfixiaba por la satisfacción de anunciar la ratificación del Convenio 98, Hortensia, Blanca, Antonieta y Cecilia, terminaban su comida sin anuncio alguno vía redes.

  • Allí donde se redactan las leyes, ninguna de las empleadas de Fonatur se enteró del “hecho histórico”, de su significado, de su alcance. Cuando se le explica aHortensia lo que podrían lograr, responde: “¿Para qué?, si siempre los líderes son los ganones”, se llevan las cuotas sindicales, y mientras friega su Tupper Alpura, argumenta más: “Los patrones no son tan malos, cada mes nos dan un despensa de 500 pesos extras”.

Que no le cuenten…

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