Por Alfredo Martínez de Aguilar
* A semejanza del rey moro Boabdil, AMLO siente que la pérdida de su reino significa el fin de su mandato, pero no permitirá que se convierta en realidad, por lo que todavía intenta demostrar su poder absoluto en México.
*“Quemar el reportaje del The New York Times y matar al mensajero”, es un grave error de cálculo político de Andrés Manuel López Obrador, empezando porque a diferencia de los periodistas mexicanos, los estadunidenses sí son y están unidos.
El tiempo nuevamente nos dio la razón. Solo tuvieron que pasar unas horas para confirmar un día después que los medios y periodistas mexicanos y extranjeros empiezan a pasar la factura al presidente López Obrador. Y los videos que vendrán.
Se revierte en su contra la enfermiza agresión del Jefe del Ejecutivo federal a los medios de comunicación y periodistas mexicanos y extranjeros con ataques permanentes desde el púlpito de la “mañanera”.
Al igual que el rey nazarí de Granada, Boabdil, al recibir la noticia de la caída de Alhama, AMLO “quema el reportaje del The New York Times y mata al mensajero”, la periodista Natalie Kitroeff.
A semejanza del rey moro Boabdil, AMLO siente que la pérdida de su reino significa el fin de su mandato, pero no permitirá que se convierta en realidad, por lo que todavía intenta demostrar su poder absoluto en México.
López Obrador ratifica la versión moderna de la expresión “matar al mensajero” al culpar a los medios de comunicación y a los periodistas por dar malas noticias sobre él y su gobierno de la 4T.
AMLO intenta curarse en salud ante un reportaje que The New York Times está preparando sobre presunto financiamiento del narcotráfico al presidente y a sus hijos, en la campaña de 2012.
Es fundamental que la transparencia, la honestidad y la ética sean pilares indispensables en cualquier gobierno, especialmente en contextos políticos complejos como el actual en México en víspera de las elecciones más grandes de la historia del país.
Prevalece el hecho de que “matar al mensajero” es una respuesta emocional momentánea hacia noticias no bienvenidas, pero no es un método muy efectivo para mantenerse bien informado.
El manejo de la situación por parte del presidente López Obrador ha sido cuestionado, ya que en lugar de responder con prudencia y estrategia, decidió exponer a la periodista que lo cuestionaba durante su conferencia matutina.
Esta acción podría interpretarse como una manera de desviar la atención o incluso de atacar a la prensa, lo cual tendrá consecuencias negativas al unir a los periodistas estadunidenses en un gran frente en contra del presidente mexicano.
La politóloga y escritora mexicana Denise Dresser explica que AMLO sigue el guion de siempre: Ataca a la periodista y al medio, buscando desacreditar a la mensajera para también desacreditar y minimizar el mensaje.
Revela datos personales de la periodista para amedrentarla/intimidarla. Viola preceptos éticos al cuestionar el reportaje antes de su publicación y revela una actitud de evasión al rehusarse a responder al cuestionario enviado por la periodista.
Transforma una investigación periodística legítima en un complot en su contra. El hecho innegable es que están saliendo a la luz indagatorias sobre la relación del narco con López Obrador y su grupo cercano que merecen ser tomadas con seriedad.
“Quemar el reportaje del The New York Times y matar al mensajero”, es un grave error de cálculo político de Andrés Manuel López Obrador, empezando porque a diferencia de los periodistas mexicanos, los estadunidenses sí son y están unidos.
Así lo confirma la estrecha colaboración en sus reportajes entre los periodistas estadunidenses Tim Golden de la agencia ProPublica y Steven Dudley, codirector y cofundador de la fundación InSight Crime.