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PRI, ¿resurgirá de sus cenizas?

Crónica política: Layda, ejemplo de cómo vivir del dinero del pueblo

Por Rosy RAMALES

El caso Layda Sansores es un claro ejemplo del objetivo de la mayoría de quienes llegan a un cargo de elección popular: Vivir como reyes con cargo al dinero del pueblo mexicano.

¿Será por eso que Layda ha saltado de partido en partido político cuando no le han dado la candidatura (con algunas excepciones)? Del PRI se pasó al PRD, luego a Convergencia previo apoyo al panista Vicente Fox Quezada, y finalmente se adhirió a Morena, partido del cual actualmente es candidata a la alcaldía en Álvaro Obregón en la coalición “Juntos Haremos Historia”.

Claro, la priista de origen y campechana de nacimiento es Senadora de la República ¡con licencia! para competir ahora en la Ciudad de México. No solo chapulinea de partido en partido, sino también de cargo en cargo, cosa que no deberían hacer los adeptos de Morena porque va contra los principios de honestidad y congruencia enarbolados por el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador.

Por cierto, su licencia en el Senado ¿es sin goce de dieta, bonos y demás? Caso contrario se deja lugar a dudas sobre la utilización de los recursos públicos del Senado en la campaña a la alcaldía de Álvaro Obregón, y de refilón al respaldo de la campaña de AMLO. ¿Lo sabrá el candidato?

Choca con el discurso contra la corrupción del tabasqueño. De entrada es deshonesto botar el cargo de Senadora para irse de candidata; o, en otras palabras, usarlo como trampolín para el siguiente cargo. Es la misma práctica que AMLO y los morenistas le han criticado a los priistas, ¿entonces…?

Layda Sansores no es la única legisladora afín a López Obrador que chapulinea de un cargo a otro, sino pululan considerando también los morenistas en los Congresos Locales. Por ejemplo, en Oaxaca hay diputados de Morena a quienes no les importó faltar a su palabra y se fueron como candidatos a diputados federales o a la campaña por la reelección.

¿Y se fueron sin goce de dieta, sin la ayuda de cien mil pesos para gestión social y sin el apoyo por presidir comisiones? ¿O siguen disfrutando de todos los privilegios con destino a las campañas, incluida la presidencial? Claro, nunca lo admitirán de ese modo; dirán que los recursos corresponden a sus ingresos legales.

Ups. Pero la forma es fondo. Y si ahora lo hacen, ¿qué no harán si AMLO gana la elección presidencial? Además, imagínense el poderío que tendría Morena si gana la mayoría en el Congreso de la Unión; ¿superaría al otrora autoritario PRI?

Bien dice el escritor Enrique Krauze cuando llama al voto diferenciado para evitar la concentración del poder absoluto en una sola persona; un voto distinto en la elección a la Presidencia de la República y otro para diputados y senadores al Congreso de la Unión.

Porque: “El Congreso es el principal dique de contención para limitar el poder absoluto”.

Ja. Pero imagínese un dique integrado con legisladores y legisladoras ávidos por vivir del erario. Una Legislatura donde pululen los diputados y senadores de costumbres similares a los de Layda Sansores, no del chapulineo, sino de darle gusto al gusto con el dinero del pueblo.

Eso se comprar cosas personales con cargo al Senado de la República, no tiene nombre.

Evidentemente, Layda niega haber cargado al pueblo mexicano las compras de tintes, vestidos, juguetes, cafeteras, cortinas, una silla de terciopelo y dos de acrílico, desodorantes, pasta de dientes, despensa y hasta donas sin azúcar. Dice que fueron productos adquiridos para las fiestas navideñas y regalos a trabajadores del Senado. Ups.

Y hasta puso en tela de juicio el reportaje transmitido en el programa En Punto, conducido por Denise Maerker, en el cual se señaló que la senadora con licencia facturó a nombre del Senado gastos personales que ascienden a 700 mil pesos. Y en un segundo programa se indicó que no todos los productos fueron para fiestas navideñas.

¡Imagínense que cada uno de los 128 senadores haga gastitos personales por tal cantidad cada año! Por eso no alcanza nunca el dinero. ¡Qué contraste con la pobreza de la inmensa mayoría de los mexicanos! ¿Dónde está esa izquierda que dice estar a favor de los pobres? Ni derecha, ni centro izquierda, ni nada; todos son iguales.

El gasto de Layda Sansores que pudiera ser una trivialidad, fuego amigo o enemigo, debería ser un caso de suma importancia, asimilable al saqueo hormiga que al final lleva a la banca rota a toda empresa, y en el caso de los políticos, a coadyuva al hundimiento del país con tales actos de corrupción.

No estaría por demás empezar a documentar la vida que llevan los candidatos y las candidatas al Congreso de la Unión y a los Congresos Locales, pues de un bolso de catálogo terminan comprando bolsos de las marcas más caras, zapatos, vestidos, joyería, etc. Y los hombres, de corbatas adquiridas en Tepito, terminan luciendo las marcas más finas.

Claro, con sus honrosas excepciones entre quienes no enloquecen con el poder y quienes acostumbrados están a la buena vida porque nacieron en cunas ricas. Bien dijo un senador a la mesa de un café: “En el Senado se gasta mucho dinero de manera innecesaria”. Y eso que todavía no salía a la luz pública el caso Layda Sansores.

Incluso, los senadores tienen personal para cada cosa; ya mero auxiliares para ir al baño.

Eso sí, el pueblo que se apriete el cinturón. Indigna saber en qué se gasta el dinero público, el que se junta peso por peso con el esfuerzo de quienes sí trabajan en México.

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