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PRI, ¿resurgirá de sus cenizas?

Crónica política: Candidatos por la sucesión en Oaxaca…¿desde ahora? *.- La violencia política *.- La presidencia municipal

Por Rosy RAMALES

Es muy temprano para hablar de la sucesión en el estado de Oaxaca, cuando el actual gobernador Alejandro Murat Hinojosa apenas en diciembre próximo cumplirá dos años en el cargo, y la elección concurrente del 2018 será su primera prueba como jefe político del priismo local.

Bueno, de una parte de ese priismo, porque en la entidad el PRI padece una añeja división propiciada por dos ex gobernadores: José Murat Casab y Ulises Ruiz Ortiz. De hecho la profunda fisura del partido empezó al finalizar el sexenio de Diódoro Carrasco Altamirano, en su intento de dejar como sucesor a José Antonio Estefan Garfias.

Y ni tiempo le dio porque José Murat amagó con irse del PRI (siguiendo los pasos de su amigo Ricardo Monreal) si no le daban la candidatura a gobernador de Oaxaca; lo consiguió, y no solo por la amenaza, sino porque en aquél entonces Estefan Garfias carecía de la simpatía priista y de la sociedad en general.

El grupo de Diódoro Carrasco se fue con él, con excepción de algunos colaboradores que lo traicionaron y hasta se convirtieron en los porta-voces para pedir la expulsión del ex gobernador del PRI; él terminó renunciando a la militancia priista y más tarde se afilió al PAN.

Llegó el otro cambio de estafeta y José Murat sí dejó sucesor: Ulises Ruiz; cumpliendo así un pacto con Roberto Madrazo Pintado, protector entonces del actual líder de la corriente Democracia Interna. Como jefe político del priismo oaxaqueño Pepe impuso su voluntad.

Todo marchaba miel sobre hojuelas cuando de pronto ¡zas! ambos oaxaqueños se pelearon. ¿Por qué? Ninguno de los dos se ha atrevido a decir públicamente las razones de ese pleito a morir, cuya rivalidad prevalece hasta estos momentos y ha sido motivo de derrotas priistas.

Ulises Ruiz no pudo dejar sucesor: En el 2010 el PRI perdió la gubernatura de Oaxaca después de poseerla por más de 80 años de manera ininterrumpida; Eviel Pérez Magaña perdió frente a Gabino Cué Monteagudo, candidato de la primera gran coalición opositora local conformada por el PRD, el PAN, el PT y Convergencia.

Eviel era un buen candidato; incluso, por sí mismo obtuvo la más alta votación en la historia priista local: Alrededor de 600 mil votos. Pero no pudo remar contra corriente: Los rivales internos de Ruiz Ortiz operaron a favor de Cué, incluyendo el grupo de Jorge Franco Vargas, quien rompió con Ulises cuando éste no lo hizo candidato a gobernador.

¡Y eso que había sido el poder tras el trono casi todo el sexenio ulisista! Hoy Jorge Franco opera a favor de Morena.

Cabe recordar lo siguiente: Cué fue un desprendimiento priista del sexenio de Diódoro Carrasco, de cuyo gobierno fue Secretario Técnico. Más tarde Cué gana la presidencia municipal de la capital oaxaqueña como candidato de Convergencia, y desde ahí labra su camino a la sucesión de Oaxaca.

Y el triunfo de Cué fue multifactorial: Era un candidato natural, de arrastre; tenía a su favor el hartazgo ciudadano por los gobiernos priistas y la rivalidad entre grupos del PRI, además de la fuerza de una gran coalición opositora; lastima que como gobierno ésta haya terminado en el rotundo fracaso.

Pero los oaxaqueños ya no lo recuerdan, y los priistas tampoco se encargan de recordarlo. ¿Será porque muchos de ellos formaron parte del gabinete de Gabino Cué? Por ejemplo, Germán Espinoza Santibáñez, quien renunció al cargo público tan pronto como Alejandro Murat resultó candidato del PRI a gobernador de Oaxaca, y más tarde se convirtió en el presidente estatal del partido, hasta hace dos o tres meses en que fue relevado por Jorge González Illescas.

Retomando el tema. ¿Cué quiso dejar sucesor? Sí. Su candidato era José Antonio Estefan Garfias por la coalición PRD-PAN; una alianza sin fuerza dado el pésimo gobierno de Gabino, desprestigiada por su coparticipación en el fracaso de la transición democrática en la entidad.

Así le fue fácil ganar al candidato del PRI: Alejandro Murat, a pesar de no haber nacido ni vivido en Oaxaca, sino hasta la campaña y con apariciones públicas acaso unos tres años antes. Contó a su favor también la pulverización del voto de la izquierda: Morena competía por primera vez y el PT se escindió de la coalición inicial con el PRD y el PAN.

En fin, así más o menos la sucesión en Oaxaca: Difícil y a veces cruenta, donde los intereses políticos reagrupan a priistas o se entrelazan priistas y opositores.

Parece un esquema sobre el cual también se teje la siguiente sucesión a partir de las elecciones concurrentes del 2018 desde dos posiciones clave: El Senado de la República y la presidencia municipal de la capital oaxaqueña.

Los prospectos son los siguientes:

Raúl Bolaños Cacho Cué, candidato de la primera fórmula por la coalición “Todos por México” (PRI-PVEM-Panal); es un cuadro priista postulado por un partido como el Verde que no tiene la gran presencia en Oaxaca. Estrategia en la postulación para evitar el pleito interno en el PRI.

Evitó el lío jurídico, pero no el político. Sintiéndose desplazado Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva renunció a la Dirección General de Liconsa y al PRI, y se fue como candidato del PRD al Senado de la República por la coalición “Por México al Frente”, porque además los priistas lo bajaron de la lista nacional plurinominal.

Héctor Pablo creyó corresponderle el derecho a la candidatura al Senado, porque según así había quedado pactado entre él y Alejandro Murat cuando en el 2016 aquél se hizo a un lado de la sucesión gubernamental y reconoció a éste como el candidato del PRI. Entonces, ¿cómo lo desplazan por Raúl Bolaños?

Sin embargo, las mediciones internas no le dieron a Héctor Pablo; fue uno de los factores para no darle la candidatura. Los otros tienen que ver con acuerdos políticos históricos entre grupos priistas.

Raúl Bolaños y Héctor Pablo van por la sucesión en Oaxaca. Por lo tanto, el que quede fuera del Senado tendrá menos oportunidad de convertirse en candidato a gobernador de Oaxaca por el respectivo partido político o coalición. Y hasta el momento, el camino parece más seguro para Raúl.

Héctor Pablo enfrenta diversos escollos: Los embates priista, la falta de una base social-político-electoral propia, sólida y contundente, y otro rival a la sucesión en la misma coalición que hoy lo arropa: Samuel Gurrión Matías, también ex militante del PRI y actual candidato a la presidencia municipal de la capital oaxaqueña por la alianza PAN-PRD-MC.

Si Samuel gana la elección en automático se convierte en el virtual candidato de Acción Nacional a la gubernatura de Oaxaca, y entonces este partido ya no iría en coalición con el PRD si éste lleva a Héctor Pablo a la sucesión. Quizá por eso los panistas, principalmente de la capital de la entidad, no están apoyando al ex Director de Liconsa.

Incluso, Samuel y Héctor Pablo traen pleito cazado; en su apertura de campaña, no estuvo presente Ramírez Puga Leyva, según porque había ido de gira, pero más bien no fue invitado, lo cual confirmaron personas cercanas al candidato a presidente municipal. ¿Y por qué la rivalidad?

Porque Samuel pretendía la candidatura al Senado por la coalición PAN-PRD-MC, y terminaron beneficiando a Héctor Pablo, a quien el círculo político local vincula al ex gobernador Ulises Ruiz. Y quizá solo por eso nuevamente Gurrión Matías aparece con el sello de José Murat con quien había roto políticamente.

¿Ha vuelto a enseñorearse la rivalidad entre los ex gobernadores priistas?

En fin, Héctor Pablo enfrenta los escollos que padecen los de oposición; los mismos que un día él como priista puso a los adversarios. Hoy, por ejemplo, sufre el embate de los mismos frentistas: Gabriela Olvera acaba de renunciar a la candidatura a diputada federal por el Distrito 8 por razones de violencia política en su contra, de lo cual señala al ex Director de Liconsa.

¿Verdad o mentira? Quedaría probado si Gabriela pasa de la acusación pública a la acusación jurídica con elementos para conseguir una sanción en contra del candidato frentista al Senado. En el lío ¿está la mano del PRI? Es probable, en cuyo caso los priistas nada más aprovecharon las circunstancias.

Gabriela de por sí iba a renunciar por falta de recursos económicos para su campaña y por el abandono del PRD. Trascendió la posible dimisión y ella lo negó. Sin embargo, ocurrió con un elemento más: La violencia política en su contra. Una violencia quizá de rebote, pues es un secreto a voces la rivalidad existente entre su pareja sentimental y Héctor Pablo.

Lo que se desconoce es si Gabriela también renunció a la candidatura a la diputación federal plurinominal, o solamente a la de mayoría relativa. Claro, no está obligada a dimitir a ambas, ni el PRD puede despojarla de la postulación porque entonces estaría violando sus derechos político electorales.

Héctor Pablo no debe seguir peleándose con cuadros políticos que le pueden sumar o quitar votos. Claro, si quiere ganar la elección del próximo primero de julio, lo cual ya parece tarde…¿o no?

El viento sopla a favor de Raúl Bolaños Cacho Cué si no para ganar el escaño de mayoría, sí el de primera minoría. Las fórmulas de la coalición “Juntos Haremos Historia” vienen fuertes, pero no por sí mismas, sino por la fuerza de Morena y de Andrés Manuel López Obrador.

Si la coalición morenista gana las elecciones al Senado en Oaxaca, ni Susana Harp ni Salomón Jara vienen perfilados para la sucesión gubernamental por Morena; el perfilado sería Oswaldo García Jarquín, actual candidato a la presidencia municipal de la capital de la entidad.

Y ahí el interés por dicha alcaldía: ¿Samuel Gurrión? ¿Oswaldo García? ¿O entre todos los contendientes dividirán el voto opositor para favorecer al candidato del PRI, Manuel de Esesarte?

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