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PRI, ¿resurgirá de sus cenizas?

Crónica política.- : AMLO quiere aplanadora legislativa

Por Rosy RAMALES

Salvo el independiente Jaime Rodríguez Calderón (“El Bronco”), los candidatos a la Presidencia de la República están llamando al voto uniforme tanto en las elecciones federales como en las locales en las 31 entidades donde habrá comicios concurrentes; es decir, votar por el mismo partido político o partidos en coalición para todos los cargos.

De entrada la preocupación de los presidenciables es la integración del Congreso de la Unión. Por eso hasta Andrés Manuel López Obrador viene llamando a votar (incluso, en spots ex profeso) por los candidatos y las candidatas de la coalición “Juntos Haremos Historia”, conformada por Morena, PT y PES.

Y decimos “hasta” porque un demócrata debiera descartar de su proyecto político la aplanadora legislativa, herencia de la cultura priista. En los tiempos de hegemonía del PRI, el Presidente de la República imponía su voluntad mediante una obediente bancada priista a través de la cual realizaba reformas constitucionales para concretar sus planes, que no siempre eran en beneficio de la población.

Un demócrata debiera respetar el contrapeso del Poder Legislativo, y privilegiar los consensos en medio del disenso. Sería desastroso para los mexicanos y mexicanas volver a los tiempos de un Congreso sin autonomía, ni independencia, donde la pluralidad y las minorías se reduzcan a menos de cero a la izquierda.

Pero como Andrés Manuel ya se ve como Presidente de la República, llama a votar de manera uniforme. Luego entonces está pensando en un Congreso de la Unión a modo, con aplanadora en ambas cámaras: De Diputados y de Senadores. Claro, solo así podría conseguir la aprobación de sus reformas “estructurales” necesarias para concretar su proyecto de Nación.

Sería su primera incongruencia de ganar las elecciones del próximo primero de julio. De ganar, pues este proceso electoral es tan sui géneris que los resultados electorales pueden ser atípicos. Aunque lleva una ventaja sobre los otros competidores: La coalición “Juntos Haremos Historia” es total en las elecciones federales y en la mayoría de las 31 entidades con comicios concurrentes.

Eso le da fuerza electoral y el voto uniforme le puede funcionar mejor, sobre todo respecto de Morena. Sus seguidores votarán más por Morena, que por el PT y por el PES. Por ejemplo, cruzarían todas las boletas electorales donde aparece el logo de su partido sin siquiera fijarse quiénes son los candidatos y candidatas.

Presentan problema los otros presidenciables y sus coaliciones: José Antonio Meade de “Todos por México”, integrada por el PRI, el PVEM y el Panal; y Ricardo Anaya Cortés de “Por México al Frente”, conformada por el PAN, el PRD y MC. Porque el nombre de la alianza varía en las elecciones locales según la entidad federativa y en muchas de ellas son alianzas parciales.

Así que el voto uniforme se les complica un poco más como coalición, no así por partido político; aunque quien sabe si los electores sepan distinguirlo.

En fin, como sea, el voto uniforme no es deseable porque conlleva a la conformación de aplanadoras legislativas, que fueron desastrosas para el país en tiempos de la hegemonía priista. Claro, dada la competitividad actual y la compleja situación del PRI, del PAN y del PRD, difícilmente estos partidos políticos podrían obtener mayoría en el Congreso de la Unión y en los Congresos Locales, con sus salvedades.

El riesgo de la mayoría ahora es respecto de Morena solo o con sus aliados. Porque el partido fundado por López Obrador ha crecido a pasos agigantados y porque por lo menos en el primer año legislativo, los diputados y senadores del PT y del PES actuarán como si fuese una coalición legislativa.

Y de ganar AMLO las elecciones presidenciales, un Congreso de la Unión supeditado a él sería desastroso para México; no habría equilibrios ni contra-pesos; entonces el Presidente de la República impondría su voluntad, lo cual de por sí es una mala costumbre de Andrés Manuel.

Si AMLO gana, lo ideal sería un Poder Legislativo con cámaras compuestas mayoritariamente con diputados y senadores de filiaciones opuestas: PRI, PAN, PVEM, Panal, MC y hasta PRD, que cumplan la función de contra-peso ante cualquier decisión presidencial arbitraria y nociva para el pueblo mexicano.

Pero si el López Obrador no gana a pesar de los pronósticos de las encuestas, un fuerte grupo parlamentario Morena-PT-PES  sería el contra peso al Presidente de la República sea del PAN o sea del PRI.

En las entidades federativas, lo ideal también es el voto diferenciado: Un voto distinto para los cargos a elegirse, sobre todo donde habrá elección de gobernador. Que el Ejecutivo quede en un partido político o coalición, y el Legislativo se integre sin mayorías absolutas y ni siquiera relativas, sino más bien de una forma que permita equilibrios.

México ya ha transitado por Legislaturas sin mayorías y ha funcionado; el Ejecutivo vio acotado su poder omnímodo. Entonces ya debe existir el temor de la parálisis.

El voto diferenciado le haría bien al país. El problema el próximo primero de julio será si los electores saben votar en conciencia haciendo efectivo un voto diferente. Quizá es posible en zonas urbanas, no así en zonas rurales donde persiste la coacción del voto por parte de todos los partidos políticos, incluido Morena.

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