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Que no le digan… | Hijos de puta! | Por Mario A. Medina

Opinión por: Mario A. Medina

¿De qué tamaño saben que tienen la cola larga pero muy larga, de qué tan asquerosas tienen las manos, de cuáles es la envergadura de sus pecados, que están decididos hacer lo que sea para que no llegue al poder alguien que los ponga frente al paredón?

Martín Moreno escribió en SinEmbargo: “Peña está irritado, desquiciado ante el panorama que enfrenta su gobierno, el PRI, su candidato y la enorme posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador se convierta en su sucesor”.

Para Enrique Peña Nieto y el priísmo, “Paris bien vale una misa” o mejor dicho, su salvación bien vale todas las mentadas de madre que sean necesarias, no importa que los califiquen de lo que sea: “caras duras”, “sinvergüenzas”, “rateros”, no hay bronca, al cabo son como llamadas a misa, dirán, el propósito: no perder el poder.

En los últimos días ha sido mucha la tinta que ha corrido en torno al candidato presidencial, Por México al FrenteRicardo Anaya, acusado de “lavado” de dinero. No sé, como seguramente la mayoría de la población, si el joven dirigente panista lavó 54 millones de pesos como se afirma.

El asunto tiene que ver con una cuestión muy peligrosa para la deteriorada salud de nuestra “democracia”. Estamos frente a un acto de guerra sucia, de guerra no declarada, donde el Presidente de la República hace uso faccioso de las instituciones para vencer al otro. En este momento el objetivo es Ricardo Anaya, mañana, no lo dudo, será Andrés Manuel López Obrador, otra vez.

Y para esto el gobierno usa todo tipo de artimañas para ganar como sea; tienen a su servicio a escribanos y a políticos como el dirigente de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), Arturo Zamora que ni siquiera se sonroja cuando acusa a otros partidos: “Están llevando a muchos delincuentes como candidatos” y que su partido, el PRI, tiene “calidad moral” para hacer estos  señalamientos, porque ellos, los priítas, sí han expulsado a los corruptos de sus filas. (Televisa News) El cinismo a todo lo que da.

Escribe en El Financiero Eduardo Camarena: “La administración de Peña Nieto ha emprendido el asalto de las instituciones; sí, desde el interior de las mismas, y en contra de todo espíritu democrático para utilizarlas con un único propósito: revivir las raquíticas posibilidades del partido en el gobierno de siquiera llegar a la final en la competencia por Los Pinos”.

Hay una máxima que se le adjudica a varios políticos de la vieja guardia priísta y que se puede parafrasear de distintas manera, según sea el caso: “Cualquier precio por más caro que sea, bien vale la pena para llegar al poder”.

Se compran encuestadoras que se dicen serias, prestigiadas, profesionales, que hasta hace poco afirmaban que López Obrador llevaba más de 20 puntos porcentuales sobre Anaya y José Antonio Meade. Hoy nos quieren vender la idea de que sólo son 9 puntos de ventaja de López Obrador sobre Meade y que Anaya “se va cayendo”.

¡A que la población que tan pronto se convenció de que Meade es quien nos debe de gobernar! “Si gobernar fuera tan simple como jugar al balero cualquiera lo haría. Esto requiere de capacidad, preparación, experiencia, resultados, temple y honorabilidad. Poquito más complejo”, escribió en su tuiter el candidato priísta.

Cerca del día de la elección una varias encuestadoras nos dirán: “Hay un empate técnico” -si bien nos va-, pero la mayoría ofrecerán resultados “incontrovertibles”, “científicos” estadísticamente: “José Antonio Meade ha rebasado a Andrés Manuel López Obrador”.

Como antecedente, “gracias” a una filtración, se dará a conocer algo, lo que sea, contra el Peje; de alguien cercano a él, que sirva como argumento para que digan que la población cambió sus preferencias electorales porque están en contra de la corrupción.

En la verdadera democracia, se gana o se pierde, no se arrebata, no se roba la voluntad popular, no se usan las instituciones de manera facciosa para favorecer al candidato oficial y por ello nadie del gobierno, del PRI y sus satélites tienen derecho a afirmar que vivimos en una democracia.

Un hecho es claro, este gobierno está actuando de manera sediciosa y cínica, gritando “al ladrón, ladrón”  cuando lleva tatuado Casa Blanca, Odeberecht, los DuarteRodrigo Medina, los Moreira, La casa de Malinalco, plagio de tesis, La Estafa Maestra, y así hasta el infinito.

Estos tatuajes son losas que la población está cansada de cargar, de aguantar y por ello no sólo le hace memes al Presidente y se burla de él y de sus colaboradores. “Falso que Diego Fernández de Cevallos los haya identificado”, le reclaman, si es parte de ellos, negocia con ellos, come tacos con ellos y por algo dice que en política no se rompe, y menos con ellos.

En las fábricas, en las escuelas, en las oficinas gubernamentales, en las calles, en las casas, en tuiter, en Facebook, en WhatsApp, cuando la gente se refieren a esto, a los fraudes electorales, a la cola larga pero muy larga que tienen los del gobierno de Enrique Peña Nieto, los nombran, los identifican, como unos “¡hijos de puta!

 Que no le cuenten…     

¿Qué estará previendo, qué estará observando Andrés Manuel López Obrador de lo que pudiera pasar el 1 de julio, que le dijo a su coordinadora de campaña Tatiana Clouthier: “Yo voy a respetar el proceso, y el que suelte el tigre que lo amarre”. Pocas pueden ser las interpretaciones, pero al parecer, todas preocupantes para la “democracia” mexicana y para el país mismo.

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