OAXPRESS: Una tarea pendiente para el Estado mexicano es la revisión del marco constitucional en relación al respeto a los derechos humano

#Opinión Por:  Juan Pérez Audelo

Una tarea pendiente para el Estado mexicano es la revisión a fondo del marco constitucional en relación al respeto a los derechos humanos. El concepto, simplemente se ha pervertido, por no decir, prostituido. Cada quien lo interpreta a su propio juicio; cada organismo o comisión; defensoría o membrete, le otorga una connotación diferente. Estar en contra de las políticas asumidas a la fecha, no es el principio rector de toda democracia, sino ser calificado de fascista.

La pregunta de: ¿hasta dónde empiezan los derechos de organizaciones o grupos y terminan los derechos de la sociedad en su conjunto, sigue devanándonos los sesos? O, ¿por qué algunos asumen que sólo tienen derechos humanos los pobres, los desvalidos, los indígenas, los maestros, los que protestan y provocan; los que hieren pero esconden la mano; los que matan pero son encubiertos, etcétera, pero no los que trabajan para ganarse el pan, los policías y los soldados que cumplen una orden, entre otros?

La tarea de un ombudsman, presumimos, es actuar de manera imparcial. Tener una visión objetiva de determinado hecho. Observar el devenir del respeto a las garantías individuales sin fijaciones ideológicas, ni desde una postura militante, como es el caso de nuestra Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca. No es ministerio público ni mucho menos juez de instrucción.

Es emblemático por ejemplo el caso Nochixtlán, que en un par de semanas cumple cinco meses. ¿Cuál es el fondo de la negativa a que los peritos de la PGR hagan su trabajo? Si a menudo, quienes se han montado sobre las ocho víctimas mortales, dicen exigir justicia, cómo lograr ese objetivo, ocultando la verdad, partiendo de premisas tan burdas como las que dicen que se trató de ejecuciones extrajudiciales, cuando todos –repito, todos- sabemos que fue un enfrentamiento, en el que accionaron sus armas tanto policías como grupos civiles.

Lo que ha quedado claro es que ahí hay gato encerrado, propiciado justamente, por los prejuicios del ombudsman Arturo Peimbert, en ver sólo una cara de la realidad; participar más como activista que como defensor de los derechos humanos de los oaxaqueños y buscar a través de ello, proteger a grupos y dirigentes, infiltrados y provocadores que participaron en esos hechos sangrientos que, por el bien de todos, no deben repetirse.

El pueblo oaxaqueño no quiere más ficciones ni simulación. En la conciencia colectiva hay una premisa: hay grupos que se victimizan eternamente. Son carniceros, pero quieren devenir en reses indefensas. La victimización es un arma letal para la misma vigencia de los derechos humanos. Y a ello se han prestado quienes han desviado su misión. La verdad no debe ser motivo de negociación ni de un diálogo perpetuo. Los oaxaqueños exigimos saber la verdad de estos hechos. (JPA)