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#Opinión Por: Juan Pérez Audelo
http://www.oaxpress.info/comentario-jueves-noviembre-2/
La semana anterior, entre la oleada de protestas, bloqueos e ingobernabilidad, tuvimos una buena noticia: gracias a la decisiva participación de la mayoría de los diputados federales oaxaqueños y el cabildeo del gobernador electo, Oaxaca no será castigado con recortes presupuestales. El monto autorizado para 2017, está por arriba del que tuvimos en 2016. Más de noventa mil millones de pesos, representan, sin duda, un presupuesto histórico.
Es una muestra de que cuando todos, a una sola voz, nos despojamos de afanes partidistas, del faccionalismo que tanto daño nos ha causado y de los agravios que hemos ido arrastrando a lo largo de décadas, algo valioso se le puede aportar al terruño. Es el encono, es el odio ancestral y nuestros fantasmas reales o imaginarios, lo que no nos han dejado caminar en la ruta del progreso.
Como hace seis años, un faro de esperanza prevalece en los diversos sectores sociales. Nos urge darle vuelta a la hoja. La suerte de Oaxaca y los oaxaqueños debe ser otra. Hace falta un gran pacto social para sumar a todos a favor de un proyecto de estado. La anarquía, la violencia, la irresponsabilidad en algunos sectores como el magisterio, el transporte y las organizaciones sociales, que han estado sueltas, como si fueran ínsulas de impunidad, deben dar un viraje hacia la legalidad y el Estado de Derecho.
Es urgente recuperar la gobernabilidad, que en los últimos tiempos ha exhibido su faceta más perniciosa. Los grupos y dirigentes que pretenden seguir en las mismas, resquicio de impunidad, deben tener entendido que nada es para siempre. Hay hartazgo, hay cansancio y hastío social. Son esos tres rubros en los que se ha incubado la ingobernabilidad y el desorden.
La Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca debe ser motivo también de una labor de asepsia. El porrismo, la atomizada estructura sindical, los grupos de poder y los vicios deben ser extirpados. Diálogo sí, pero también mecanismos de autoridad y de fuerza. Es necesario recuperar el prestigio perdido de lo que algún día fue el Alma Mater de grandes hombres que se forjaron en sus aulas y no dejar que se siga pudriendo.
La seguridad es otro desafío para el nuevo gobierno. Juchitán y Tuxtepec parecen estar perdidos. El mapa criminal es inédito. Se perdió la calma. Se han ido las inversiones y las esperanzas de empleo y desarrollo. La agenda pendiente es compleja. La cultura del chantaje se arraigó demasiado en la conciencia colectiva. Ha puesto de rodillas hasta los más fogueados negociadores políticos. Y eso tiene que cambiar. El restablecimiento de la gobernabilidad y el Estado de Derecho no pueden esperar más, por el bien de todos los oaxaqueños, de gobierno y sociedad. (JPA)
