OAXPRESS: Oaxaca ha sido desde hace semanas, una tierra de nadie; una ínsula de impunidad.

#Opinión Por:  Juan Pérez Audelo

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Oaxaca ha vivido desde hace al menos dos meses, una intensa jornada de protestas, chantaje y violencia. Este fin de régimen se advierte como un verdadero reto a la gobernabilidad y al Estado de Derecho. Bloqueos carreteros o en cruceros, ora por transportistas ora por comuneros o normalistas, nos han mantenido en zozobra. Oaxaca ha sido pues, desde hace semanas, una tierra de nadie; una ínsula de impunidad.

Los hechos registrados en pasado jueves 17 en la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca –la UABJO-, volvieron a ubicar a nuestra entidad como un amasijo de violencia, de cerrazón, de infamia. Desde principios de los setentas, la UABJO abdicó de su misión formativa y académica, para devenir bastión de intereses políticos y de cacicazgos. Desde hace más de 40 años, la tragedia que vive nuestra Alma Mater, ha sido responsabilidad de clanes familiares, grupos políticos, partidos y porros, que sirven a los intereses de dichos grupos.

No es fortuito que nuestra universidad siga ubicada en los últimos lugares de aprovechamiento académico y estabilidad a nivel nacional. El actual rector, Eduardo Bautista, parece haber sido rebasado por el cacizago que lo arropó y le entregó la estafeta. La UABJO pues, está en medio de una permanente disputa sindical, porril y el jaloneo entre caciques, que siguen manteniendo a dicha institución como un coto de poder y venero de dinero.

El incendio de la puerta lateral del histórico edificio central, un sitio que fue en su momento, centro formativo de grandes hombres, es parte del canibalismo, de la intolerncia y la lucha de dichos grupos. El daño a un monumento histórico debe ser castigado conforme lo dispone la ley penal vigente. No es con diálogo ni mucho menos con componendas políticas como la institución volverá a la normalidad académica, ésa que buscan miles y miles de jóvenes de todo el estado que acuden a  sus aulas.

La UABJO está en la ruta de la ingobernabilidad y la violencia; del porrismo y el trasiego de estupefacientes. Debe ser sometida a la brevedad a una limpia generalizada. Hay rémoras perniciosas que con andar vacilante siguen empecinados en hundir más a la institución. Especímenes y fósiles, maestros y alumnos, que los aparatos de inteligencia estatal tienen perfectamente identificados y que, desde la oscuridad, mueven los hilos de la inestabilidad.

Nuestra Máxima Casa de Estudios pues, requiere con urgencia recuperar el prestigio perdido. Urge de una reestructuración o una reingeniería a fondo; de una limpia total, para echar de una vez por todas, fuera de la institución, a todos aquellos caciques, entes perniciosos, sindicatos y cofradías que en cada disturbio, en cada zafarrancho, en cada acto de violencia, tiran la piedra y esconden la mano. (JPA)