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#Opinión Por: Juan Pérez Audelo
http://www.oaxpress.info/comentario-hoy-jueves-2/
Inicia funciones el gobierno de Alejandro Murat Hinojosa. La transición del anterior régimen al que se estrena, no fue tersa y lisa, como se pretende hacer creer. No. El nuevo régimen inicia su periplo teniendo como telón de fondo, un erario público saqueado y una deuda millonaria inédita. Más aún, un tejido social pulverizado y la paz social pendiendo de patanes que bloquean y conculcan nuestros derechos. Ello sin soslayar una gran indignación por las deudas no saldadas.
Las expectativas del gobierno de Murat Hinojosa, al menos en el corto plazo, no serán milagrosas. No esperemos que esta entidad devastada política, social y económicamente se levante como el milagro de Lázaro. La nueva administración iniciará prácticamente en ceros; con las arcas vacías y con un amasijo de problemas que no se van a resolver de la noche a la mañana, sino caminando con cautela sobre una vía llena de abrojos y obstáculos.
Pero, ¿cuál es el motivo de fondo que sin obras relevantes, sin programas sociales, sin un proyecto de Estado –que nunca lo hubo- la administración que termina haya entregado tan malas cuentas y una administración pública, prácticamente en la indigencia? Sin duda alguna, es el desorden administrativo, el desvío de recursos y, principalmente la corrupción galopante que se instaló en el gobierno, mientras el ejecutivo se llenaba la boca para hablar de transparencia, de rendición de cuentas y la frase populista de la lucha anti-corrupción.
Oaxaca asemeja el gobierno de Veracruz, de Quintana Roo o el de Chihuahua. Ni más ni menos. Fue un fraude al ciudadano común que forjó el bono democrático. Fue un fracaso histórico que, por el bien de las generaciones futuras jamás debe repetirse. Porque es un delito de lesa humanidad robarle a los más pobres; esquilmar el presupuesto destinado al sector salud y contribuir al quiebre de pequeñas y medianas empresas, que prestaron sus servicios al gobierno.
Los oaxaqueños en general piden justicia. Exigen que quienes malversaron o se apropiaron de nuestro magro presupuesto, paguen por ello. El saqueo del pasado se quedó corto con el que se dio en la administración que termina. La voracidad no tuvo límites. Ojalá que una vez que se enderece este barco que desde hace mucho bogó a la deriva, el gobierno que se estrena, emprenda los caminos de la justicia. Le han dejado –insistimos- una entidad devastada, saqueada y colapsada.
El camino será tortuoso. Pero no hay que dejar que la impunidad de los saqueadores se convierta en una nueva ofensa a este sufrido pueblo oaxaqueño. Sin odios, sin enconos, sin vendettas, hay que aplicar la ley, despojada de prejuicios, para sentar las bases de un mejor gobierno. (JPA)
