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Oax Press: La pobreza sigue creciendo

Opinión por: Juan Pérez Audelo

Fue el filósofo griego, Heráclito, quien creó el principio del devenir. En el tiempo lineal, todo deviene de manera irreversible. La vida es un constante devenir. El tiempo no se detiene. Fluye inexorablemente. Así llegamos pues al 2018. Con los albores del Año Nuevo, los ciudadanos recibimos un duro revés: un nuevo gasolinazo, aunque de hecho lo venimos padeciendo durante todo 2017.

En alguna de sus obras, el pensador florentino, Nicolás Maquiavelo insistió en que nada hay peor para un gobernante, que vulnerar de manera constante el bolsillo de sus gobernados. La pobreza en el país sigue creciendo y el compás que separa a ricos y pobres, es cada vez más amplio. A ella se atribuyen otros males, como la inseguridad y la movilización social. Y Oaxaca no se queda atrás. Tiene algunas de las comunidades más miserables del país.

Cada sexenio, la Federación pone en marcha su particular programa de combate a la pobreza. Cada gobierno estatal hace lo propio. Pero por lo visto todos los programas emprendidos a la fecha, han sido un fiasco. Nada ha reducido el índice de pobres. Por el contrario, cada partido en el poder le ha dado tintes de clientela política. Y el nivel de pobreza y pobreza extrema va al alza.

Resulta absurdo que en esta era de la información, como le llamó el sociólogo español Manuel Castells, haya en comunidades oaxaqueñas, familias que vivan con 10 o 20 pesos al día; tejiendo petates o sombreros; que cocinan en pisos de tierra y paredes de lodo. En el gobierno de Gabino Cué, como lo señalamos en su momento, no hubo un solo programa que atendiera a estos pobres, entre los más pobres del país. Seis años estuvieron a la deriva.

El nivel de aceptación de un gobierno, de su éxito o fracaso se mide precisamente en la forma en que ha superado el estatus social de esos condenados de la tierra, como les llamó en África, Franz Fanon. Los ciudadanos de un país permanentemente fustigados con alzas e inflación, crean aversión hacia el régimen que los gobierna y perfilan formas sui generis de hartazgo social.

De continuar esta espiral inflacionaria y de seguir fracasando los programas de combate a la pobreza, por más estadísticas optimistas que nos presenten de manera oficial, entre otras cosas, hace susceptible al ciudadano de a pie, a los discursos incendiarios, mesiánicos y demagógicos, que se plasman en la conciencia colectiva como una alternativa viable de cambio, de oportunidad y de esperanza. Aún es tiempo de rectificar. Es preciso cambiar el rumbo o atenerse al boomerang electoral. (JPA)

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