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Escaparate Político: Traiciones

Opinión por: Felipe Sánchez Jiménez

No nos debiera de sorprender que en el ejercicio de la política esté siempre latente la traición, pero sucede. Lo mismo que el parricidio, hecho que ocurre cuando el hijo político echa al padre del círculo más íntimo.

Respecto a la traición, Maquiavelo dice que es el único acto de los hombres que no se justifica. Y agregaba: “los celos, la avidez, la crueldad, la envidia, el despotismo son explicables y hasta pueden ser perdonados, según las circunstancias; los traidores, en cambio, son los únicos seres que merecen siempre las torturas del infierno, sin nada que pueda excusarlos”.

Pero con todo lo que se diga, la ingratitud es una constante en la política chapulinera, y en todos los ámbitos. Es un tétrico escenario y lo estamos viendo hoy en todos los partidos ante la apostasía de los que, sin el menor rubor, muerden la mano del partido que les dio fama, dinero y poder.

Desde que el ex gobernador priista Ulises Ruiz Ortiz, empezó a traicionar y con sus íntimos se reagrupó para poner candidatos en otros partidos, especialmente en el Morena y el PRD, tiene encima una embestida de críticas en medios locales y nacionales.

EL PARRICIDIO

A unos meses de su ascenso al gobierno en 1999, en un encuentro casual en un restaurant cerca del Paseo Juárez, José Murat platicaba con Ulises Ruiz Ortiz recién designado presidente del PRI estatal. El gobernador me vio y con su muy peculiar estilo me dijo: Felipe, ven, siéntate. Señalando a Ulises, expresó: “conoce a un político con futuro…lo acabo de hacer presidente del partido lo que lo ubica como posible gobernador. Qué te parece”.

Conjeturé de inmediato: éste es el delfín de José Murat. Y así fue. Cinco años después, con toda la parafernalia de aquel partidazo, Ulises fue ungido candidato. En el camino dejó a dos contendientes más en la lucha sucesoria. Juan Díaz Pimentel y Aquiles López Sosa. Éste último murió en un percance automovilístico el 3 de abril del 2003, en circunstancias nunca aclaradas. Sus correligionarios lo distinguían como “el caballero de la política”. Efectivamente, así fue su comportamiento como líder del Congreso y luego como jefe de asesores del gobernador.

En el primer trimestre del 2004 el dedazo de Murat fue para Ulises. La reacción de Juan Díaz, -cuentan algunos testigos- fue impulsivo, como es su carácter. Encaró a su amigo el gobernador y, a manera de premonición, le dijo: Te equivocaste…te va a traicionar. Y así fue.

Los sucesos violentos del conflicto político que no social, del 2006 fue causa del parricidio político. Ulises echó de su círculo íntimo a su padre putativo, su gran mecenas. Aquella felonía, al calor de las elecciones que se avizoran las más disputadas, se recrudece.

Este tipo de acciones no debieran sorprender a nadie y menos en la arena de la lucha electoral. Dicen que “en política no hay sorpresas, sino sorprendidos”, y alude a que todo aquel que se mete a la política, sabe a qué se mete y por eso se mete.

Así debiera ser pero la realidad es que en la praxis política hay consecuencias amargas. Al paso del tiempo, además del parricidio ha ido dejando familias separadas, amistades rotas y relaciones acabadas.

Como ejemplos más actuales de felonía política, hemos de mencionar el caso del senador chilango Benjamín Robles Montoya. Mordió la mano a Gabino Cué, su gran amigo y mecenas. Expulsado del PRI de Michoacán, donde también incurrió en perjurio, llegó a Oaxaca donde con los colores del MC se adjudicó una diputación local. De la mano de su generoso protector continúo ascendiendo gracias al amigo y a sus tratos y negociaciones, incluso fue el gran coordinador de la campaña de Cué para gubernatura. La audacia del chilango y la generosidad del gobernador “del cambio”, catapultó a aquel de tal manera que logró fama, dinero y poder. Lo hizo Senador por el PRD sin ser militante. Actuó como alter ego de Gabino. Todo pintaba bien hasta que Robles Montoya aspiro a ser el candidato de los amarillos para sucederlo.

El proyecto de Robles caminaba hasta que el ex gobernador Diódoro Carrasco se atravesó y ganó el oído de Gabino que adoptó a José Antonio Estefan Garfias como su candidato a sucederlo. Como consecuencia, Benjamín dejó el PRD y se fue al PT donde lo cobijaron y hoy es, nuevamente candidato. Se apunta para dejar el Senado y saltar a una curul federal.

Antes, tuvo que asestar a su gran protector, Gabino, la puñalada trapera. Este político “chapulín” que ha brincado por casi todos los partidos políticos, consumó el parricidio, traición (política) que, decía Maquiavelo, “es el único acto de los hombres que no se justifica”. Y agregaba: “los celos, la avidez, la crueldad, la envidia, el despotismo son explicables y hasta pueden ser perdonados, según las circunstancias; los traidores, en cambio, son los únicos seres que merecen siempre el infierno, sin nada que pueda excusarlos”.

Para que el PT lo aceptara como candidato a gobernador, competencia que perdió abrumadoramente, acusó a Gabino, con más efecto mediático que legal, de desviar recursos e innumerables actos de corrupción. Así culmino la historia de estos amigos, de mentiras, y verdaderos socios de la política. Les relato otra:

Ulises Ruiz sabe mucho de las felonías. Por eso hoy nos enteramos que se reunió con personajes de la cúpula del PRD de la CdeMex, como Héctor Serrano (de la tribu Vanguardia Progresista, impulsada por el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera), también Jesús Zambrano, Jesús Ortega y Manuel Granados. En dicha reunión Ulises aseguro poder quebrar al PRI aquí, pero a cambio pidió “chamba” para sus amigos, la senaduría para Manuel García Corpus y una diputación federal para Beatriz Rodríguez Casasnovas. Para esta reunión Ruíz Ortiz también contó con la compañía de otros priistas desleales que buscan ser abanderados de otros partidos.

Las imposiciones de este ex gobernador priista terminaron por romper la alianza entre el PAN y el PRD, ya que al colocar a sus cuates del PRI dejaron a la verdadera militancia de estos partidos fuera, cuestión que obviamente levanto ámpula y que lejos de unir, terminó separando a los aliados.

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