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DETRÁS DE LA NOTICIA: ¡No calienten la plaza! En la guerra todos perdemos

#Opinión Alfredo Martínez de Aguilar

Para nadie es desconocido que los demonios de la ingobernabilidad están sueltos en Oaxaca y rebasada con mucho la cota alcanzada históricamente por la revuelta magisterial en el conflicto de 2006, potenciada por la cada vez más brutal violencia política, común y organizada.

Ante este terrible escenario, al término de la entrevista a Marcelino Miranda Añorve, con motivo de la publicación de su libro ‘La Reinvención de la Política’, en el Programa Punto Final de MVM, conducido por Sócrates Campos Lemus, compartimos una serie de reflexiones.

Hicimos un vehemente llamado a la inteligencia -¡vaya que son genialmente inteligentes!- de los jefes de las bandas del crimen organizado y a los capos de los cárteles del narcotráfico que han invadido a Oaxaca, para que ¡No calienten la plaza! Porque en la guerra todos perdemos.

Apelamos a la conciencia y a la mexicanidad de los jefes del crimen organizado y a los capos del narcotráfico para que cuiden su negocio y paren el baño de sangre en las diversas regiones del Estado, particularmente en el Istmo de Tehuantepec, la Cuenca del Papaloapan y la Costa.

Asimismo, utilizamos ambos argumentos de rechazo a la violencia para dirigirnos a los grupos armados que operan en Oaxaca, sobre todo a la guerrilla del Ejército Popular Revolucionario (EPR) y de su escisión, el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI).

Precisamos que no apoyamos las acciones del crimen organizado ni del narcotráfico ni menos hacemos apología del delito. Los periodistas en general y más en nuestro caso particular, no somos enemigos de los grupos armados revolucionarios. Somos adversarios ideológicos.

Es más, coincidimos por vías diferentes en luchar contra las injusticias prohijadas por el resurgimiento del capitalismo salvaje en el marco de la globalización y su imposición por

el imperialismo yanqui, a través del Nuevo Orden Mundial, mediante sus agencias.

Al mismo tiempo, reflexionamos durante el programa de TV que en los tres casos la violencia sólo genera más violencia y ésta ha traído consigo la estúpida guerra contra el narcotráfico impuesta a México por el imperio norteamericano, así como la brutal represión política.

Salvo su mejor opinión, queridos lectores, históricamente la lucha armada está condenada al más rotundo fracaso por la intervención del gobierno de Estados Unidos en nuestros pueblos, incluso militar si lo consideran indispensable, como en el caso concreto de México.

Por tal motivo, lanzamos el grito ¡Ya basta! México y Oaxaca no quieren más violencia de ningún tipo, ya sea del crimen organizado, del narcotráfico o de los grupos armados, incluyendo a la institucional, ni menos más muertos y heridos que dividen, enfrentan y desangran al país.

México y Oaxaca requieren la genial inteligencia y valentía de estos grupos de mexicanos para trabajar y hacer política por la vía pacífica dentro de la Ley con respeto al Estado de Derecho, a efecto de aportar su talento al crecimiento y desarrollo del país, con justicia, paz y dignidad.

Ratificamos nuestro llamado a no hacer el juego al imperio norteamericano al que interesa única y exclusivamente los vastos recursos naturales con que cuenta México y Oaxaca, para lo cual fomenta el negocio de la violencia y la muerte, derivada de su economía de guerra.

Afirmamos categóricamente que, gracias a Dios, hay soluciones, y que la luz al final del túnel son la educación y la producción. Recordamos a los revolucionarios su deber de educar y enseñar a producir al pueblo para que verdaderamente sea libre de pensamiento y acción.

Un pueblo educado integralmente con principios y valores universales de respeto a la vida, a la libertad y a la dignidad, de defensa y búsqueda de la verdad y la justicia, es un pueblo peligroso por pensante; de ahí el interés del imperialismo yanqui por destruir la instrucción pública.

Y si en un pueblo la educación integral se refuerza con alimentación altamente nutritiva, no sólo que mitigue el hambre, se convierte por razón natural en un pueblo doblemente peligroso por pensante, imaginativo y creativo, al tener sus necesidades vitales plenamente satisfechas.

A lo largo de la historia está demostrado que sin educación, no hay democracia en los pueblos ni desarrollo ni menos justicia social. Sin búsqueda y defensa de la verdad y de la justicia, tampoco hay libertad y dignidad como persona ni menos como ciudadano y como pueblo.

¡Cuidado! Hoy más que nunca, el pueblo de México y Oaxaca tiene hambre y sed de justicia y no sólo de justicia social, sino también hambre y sed físicas. Esta situación es sumamente grave porque históricamente está demostrado que las revoluciones en el mundo estallan por hambre.

¿En qué momento, cuándo, cómo y por qué Oaxaca y México todo perdió el sano y positivo rumbo del crecimiento, del desarrollo material y del progreso espiritual?

En nuestra opinión, cuando por cobardía o complicidad permitimos que se destruyera, primeramente la educación media superior y superior, al entregar las universidades públicas a la utopía guerrillera, al nefasto porrismo y actualmente al narcomenudismo.

En última instancia, a la corrupción rampante que ha privatizado la educación media superior y superior pública, laica y gratuita, al traficar con la venta de las fichas de ingreso a las facultades,  escuelas e institutos universitarios.

Cuando permitimos la prostitución del sindicalismo y de los catedráticos universitarios con la venta de calificaciones con dinero o botellas de alcohol o bien, a través del acoso, no sólo femenino, sino incluso masculino.

Pero también cuando permitimos por cobardía o complicidad la destrucción de la educación básica, preescolar, primaria y secundaria, al erigirse los dirigentes de la Sección XXII de la CNTE de manera aberrante en patrón y sindicato en el IEEPO.

Tenemos, pues, en conclusión, un Estado fallido federal y localmente, porque estamos fallando como personas, como ciudadanos, como familia y como sociedad.

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