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#Opinión Alfredo Martínez de Aguilar
En un escenario terriblemente catastrófico como el que vive México todo, pero de manera especial el que flagela a Oaxaca, la Nueva Antequera, la Gran Señora del Sur, nunca como ahora es más que oportuno buscar salidas a la crisis, a través de la luz del conocimiento.
Escribir el libro ‘La política y el juego del poder’ en 2011 y, ahora, cinco años después ‘La reinvención de la política’, no sería posible sin el sólido bagaje cultural que ha brindado la historia política universal y de México a nuestro amigo Marcelino Miranda Añorve.
Nobleza obliga. Agradezco la oportunidad de compartir algunas reflexiones por la publicación y presentación de su segunda obra política, en el marco del Primer Aniversario de la fundación del Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores, Capítulo Oaxaca, que me honro en presidir.
Saludo con respeto y admiración a mis amigos y compañeros comentaristas, doctora María de las Nieves García Fernández, inteligente y hermosa mujer, y al maestro Isidoro Yescas Martínez, acucioso investigador de la real politik oaxaqueña.
Oriundo de Ometepec en la región de la Costa Chica de Guerrero, Marcelino es licenciado en Derecho, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuyo lema ‘Por mi raza hablará el espíritu’, es legado eterno del oaxaqueño José Vasconcelos, Maestro de América.
Marcelino es analista con amplia experiencia político-administrativa en su tierra natal, así como a nivel federal y de liderazgo sindical nacional, diputado local y federal, que le ha permitido conocer el manejo de las negociaciones políticas y adquirir una gran experiencia en la solución de conflictos.
Reinventar la política va de la mano de manera obligada con la imperiosa necesidad de reconstruir la política. Conseguirlo pasa, obligadamente, por cimentar el ejercicio del gobierno en la gobernanza y la gobernabilidad.
Pero éstas dos cualidades de la normalidad democrática, necesariamente pasan, asimismo, por la construcción de ciudadanía, porque si bien es cierto que los pueblos tienen los gobiernos que merecen, los gobiernos también tienen los ciudadanos que merecen.
La apatía y cobardía de la mayoría de los oaxaqueños para exigir respeto a sus derechos con dignidad y valentía, es claro ejemplo de ello.
La piedra angular para reinventar y reconstruir la política es, a nuestro juicio, salvo su mejor opinión, terminar con la corrupción e impunidad en México y Oaxaca.
Y es así porque, lamentable y dolorosamente, la anarquía, es decir, la violación continúa y permanente del Estado de Derecho y de las leyes que de éste emanan, permitimos que se convirtiera en la principal fuente de riqueza mal habida en el país, desde los más altos niveles de los diversos órdenes de gobierno y desde las cúpulas que manipulan a la partidocracia.
Si el conocimiento no se encarna y aterriza en la realidad deja de tener sentido de trascendencia; de ahí que permítaseme hacer un ejercicio de creación de escenarios políticos futuros.
Si al iniciar su gobierno Alejandro Murat Hinojosa no arranca con el combate a la corrupción y legitima su ejercicio del poder metiendo a la cárcel a dos o tres pillos del para entonces reciente pasado, condenará al más rotundo fracaso su ambiciosa meta de hacer realidad El Milagro Oaxaqueño.
La medida del éxito o fracaso de su esperanzadora administración, ahora sí de cambio, será pues el combate a la corrupción. Para lograrlo tiene a su favor llegar al gobierno con un enorme bono democrático, representado por el triunfo indiscutible por más de 128 mil votos.
También tiene a su favor el gran bono demográfico de su juventud, caracterizada por la madurez del trabajo con resultados a nivel estatal y federal. Alejandro Murat Hinojosa, político inteligente y preparado académicamente a nivel internacional, no tiene derecho a fallar a los oaxaqueños.
El juicio de la historia será implacable con él, sino gobierna con visión y sensibilidad de estadista, como lo reclama Oaxaca y México todo. Si lo hace será la plataforma que lo catapulte a mayores responsabilidades nacionales a mediano plazo.
Como todo parece indicarlo, de gran ayuda será el invaluable apoyo de la doctora María de las Nieves García Fernández, futura lideresa de la LXIII Legislatura del Congreso del Estado, así como del licenciado Celestinos Alonso Álvarez desde la Secretaría General de Gobierno, responsable de la política interior del Estado.
En este sentido, tampoco tiene derecho a fallar a los oaxaqueños del municipio capitalino el licenciado José Antonio Hernández Fraguas. Échate ese trompo a la uña, Toño.
Sin ser estrictamente un libro de bolsillo bien podemos calificar la obra ‘La reinvención de la política’ de Manual o Guía del Buen Gobierno, a partir de la indispensable Reinvención de la Política y la Tarea de Gobernar, dada la creciente desaprobación del desempeño de los gobernadores, legisladores, jueces y magistrados del Poder Judicial y presidentes municipales.
Urge, pues construir gobiernos estatales y municipales caracterizados por las tres “E”, eficaces, eficientes y efectivos, para redignificar la política y la administración pública y reivindicarse con sus gobernados.
La reinvención requiere de manera indispensable de gobernanza y gobernabilidad, a fin de retomar los fines y funciones del Estado y cumplir con la obligación de los gobiernos estatales o municipales de servir a la sociedad y asegurar la convivencia pacífica, para alcanzar un desarrollo con justicia y paz social.
La reinvención de la política, a través de la gobernanza y gobernabilidad demanda diálogo permanente e incluyente con todos los sectores sociales, y acciones de prevención, mediante la elaboración de una Agenda de Riesgos que defina y precise los focos amarillos y rojos a los cuales prestar atención prioritaria.
Ello requiere acciones de gobierno extraordinarias, golpes de audacia y hasta temeridad responsable, y desempeño excelente del equipo de trabajo, lo que obliga a una rigurosa selección del perfil de los colaboradores.
A grandes males, grandes remedios. Lograr la solución de todos los problemas y conflictos sólo es posible bajo el respeto irrestricto del Estado de Derecho haciendo caer todo el peso de la Ley a quienes la violen. No se trata de reprimir que quede claro. No llamamos a la violencia institucional. No nos confundamos. Todo dentro de la Ley, nada fuera de la Ley.
Sólo el imperio soberano de la Ley, sin privilegio alguno, sin aplicación selectiva ni instrumento de venganza política, puede salvar a México y a Oaxaca, como lo han demostrado a lo largo de la historia los distinguidos oaxaqueños que han contribuido a construir este país.
El gran reto a corto y mediano plazo es fortalecer el carácter democrático de México, porque hoy vivimos en un Estado de Derecho no del todo democrático. Urge pasar de la democracia meramente representativa a la democracia participativa.
Los gobernantes estatales o municipales deben tener un claro y firme liderazgo, con visión y sensibilidad de estadista, mediante el ejercicio correcto, adecuado y oportuno del poder. Y para conseguirlo nada mejor que saber escuchar.
Lo primero es tener un propósito definido, para saber qué quiero y a dónde voy; tener estrategia, saber cómo lograrlo. Tener método al contar con el know how, saber cómo hacerlo.
Urge a Oaxaca un Nuevo Pacto Social, un Reencuentro de los oaxaqueños, un gran Acuerdo de Gobernabilidad para el Desarrollo con Justicia, con el firme propósito de garantizar la gobernanza y la gobernabilidad.
Mucho ayudará a ello decretar una Ley de Amnistía para liberar a los actores políticos que no hayan cometido delitos graves, como lo prevé en una de sus primeras acciones al inicio de su gobierno Alejandro Murat Hinojosa.
Mucho daño nos ha hecho como nación la mentira y la simulación. Exijamos congruencia en el cumplimiento de los compromisos de campaña. Sólo de esta manera lograremos, pueblo y gobierno, reinventar y reconstruir la política.
