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CRÓNICA POLÍTICA: Lo que no hacen los gobernadores y AMLO sí

Opinión

El presidente Andrés Manuel López Obrador va aventajando a los gobernadores en la cercanía con la gente, sobre todo de pueblos y comunidades indígenas del país (quien sabe si emulando al boliviano Evo Morales o por estilo propio).  

Con sus excepciones, los gobernadores están convertidos en personajes de otro planeta, ajenos, desvinculados de la ciudadanía; a pesar de sus “intensas giras de trabajo” por el interior de la respectiva entidad federativa, de sus recorridos por colonias populares.

Será porque tales giras, aunque “intensas”, son relámpago; incluso, en un mismo día atraviesan de Norte a Sur y de Este a Oeste la entidad federativa.

Caminan algunas calles, cortan un listón inaugural, suben al templete para pronunciar un discurso sin ton ni son (o sea, sin mensaje), encabezan alguna reunión con sectores representativos, si pueden a su paso saludan a la gente, y tan-tan se acabó la gira.

Además, siempre van rodeados de guaruras o de sus colaboradores que conforman la burbuja del gabinete. Vaya, con sus salvedades, los gobernadores se vuelven inalcanzables como si fuesen reyes y no servidores públicos.

Muchas veces sonríen forzadamente y saludan a la gente para la foto que más tarde será boletinada por el correspondiente despacho de comunicación social. Los gestos amables pocas veces son auténticos en ellos.

Incluso, hay gobernadores que llegan al extremo de lavarse las manos con alcohol después de saludar a la gente. Y no es por razones de higiene, sino porque les da asco tocar manos humildes, responsas por tanto trabajar.

Tan pronto termina la gira suben a la aeronave para trasladarse al siguiente lugar a visitar, o para regresar a la capital del estado, donde encabezarán actos oficiales fríos con invitados a modo que en ocasiones son sus propios funcionarios o burócratas obligados por el superior jerárquico.

Los gobernadores pasan más tiempo en la capital del país o en el extranjero, que en la entidad donde gobiernan. Es más, casi nunca pernoctan en los municipios, pueblos o comunidades, y cuando lo hacen, se quedan en el mejor hotel del lugar o se trasladan a la ciudad más cercana en busca de hospedaje de cinco estrellas.

En fin, con sus excepciones, los gobernadores ya mero quieren gobernar vía WhatsApp, desde hoteles en la Ciudad de México o en el extranjero. No tarda en que sus “intensas giras de trabajo” se concreten a sobrevuelos por municipios.

En cambio, el presidente López Obrador se acerca a la gente, particularmente de pueblos y comunidades indígenas o en condiciones de marginación, a las colonias populares. Aunque también se codea con la clase fifí (de esta estirpe pululan en su gabinete).

Pero en sus giras por el interior de las entidades federativas, AMLO no llega en helicóptero, sino en auto, salvo que la única manera de llegar sea por aire.

Camina junto con la gente, convive con el pueblo, pernocta en las comunidades, come ahí mismo la comida que le ofrecen. Se pone el sombrero y cuánta cosa le regalan como agradecimiento porque fue hasta la comunidad, aunque sea la obligación del mandatario.

Sus giras de trabajo no son relámpago, sino generalmente son de dos o tres días en una sola ruta y si mucho dos, sin perder tiempo en trasladarse de Norte a Sur y del Este al Oeste de la entidad visitada, salvo que sea urgente.

Por ejemplo, cuando visita Oaxaca en una gira recorre comunidades de la Sierra Norte, otra gira la dedica a poblaciones de la Mixteca; o va al Istmo de Tehuantepec y luego visita municipios de la Costa, o de ésta sube a la Sierra Sur.

Ese estilo de visitar municipios, pueblos y comunidades, lo acerca a la gente común con la cual convive y come, junto a la cual se ensucia los zapatos caminando horas.

Así lo hacía desde cuando aspiraba a la candidatura a la Presidencia de la República, incluso hospedándose en casas de habitantes de la comunidad visitada.

Y ya ven los resultados, los pueblos y comunidades indígenas, las colonias populares y hasta algunas zonas fifís se volcaron en las urnas electorales por López Obrador en las elecciones del 2018 provocando un efecto devastador para el PRI, PAN y PRD, pues su fuerza hizo ganar a la mayoría de los candidatos de la coalición “Juntos Haremos Historia” (Morena-PT-PES) a los demás cargos de elección popular.

López Obrador no ha perdido el ritmo de trabajo y el ritmo electoral. Es más, uno es consecuencia del otro; causa y causalidad. ¿Estilo, táctica o estrategia?

Los antecesores de AMLO  –por lo menos en la época reciente— se acercaron a la gente detrás de vallas de acero o desde el templete.

Por ejemplo, el estilo del priista Enrique Peña Nieto era similar a los artistas: Se subía a las vallas para saludar y repartir besos, o iba de extremo a extremo del templete haciendo lo mismo. ¿Pero cuándo convivió con el pueblo?

COMO EN OAXACA

La forma de AMLO de realizar sus giras de trabajo, su convivencia con la gente, solamente la he visto en el gobernador Heladio Ramírez López, cuyo origen humilde e indígena lo llevaba a entender la comunalidad.

En aquél gobernador de Oaxaca era natural sentarse incluso en el piso a comer un plato de frijoles de la olla con tortillas recién bajadas del comal, salsa de molcajete o chiles verdes a mordidas, sin despreciar un carrizo con aguardiente.

También caminaba horas para llegar a determinada comunidad sin importar que fuese por veredas. Sus giras también eran en una o dos rutas, sin ir de Sur a Norte y de Este a Oeste en cuestión de horas. Y no pocas veces pernoctó en los pueblos.

En los pueblos y comunidades querían mucho a Heladio Ramírez; incluso, tardaron en quitar su fotografía de un sin número de Palacios Municipales.

Claro, paralelamente la clase pudiente de la capital oaxaqueña lo despreciaba porque Ramírez López rompía con el estereotipo del gobernante, porque representaba un eslabón que no encajaba en la cadena sucesoria de la clase política local.

Después de él, ningún otro gobernador procuró una cercanía con el pueblo; ese pueblo que es leal a la hora de votar. Ni siquiera quien fuera discípulo de AMLO: Gabino Cué Monteagudo.

El actual gobernador Alejandro Murat Hinojosa tiene el estilo de giras de trabajo relámpago, pocas veces convive con la gente de manera estrecha al grado de fundirse con el pueblo.

Quizá él mismo note la diferencia cuando acompaña al presidente López Obrador en sus giras por comunidades y pueblos indígenas de Oaxaca, por colonias populares y zonas marginadas.

Aunque Alejandro Murat tiene una cualidad importante: Carácter amable.  

En fin, los aspirantes a la sucesión oaxaqueña deberían comprender la diferencia entre giras relámpagos y giras de acercamiento real con la ciudadanía.

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