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Opinión por: Rosy RAMALES
Los “políticos” creen ser los únicos con derecho a ser postulados a un cargo de elección popular vía partidos y coaliciones electorales. Incluso, se asumen como los únicos con posibilidades para encabezar candidaturas independientes.
Por eso cuando una persona ajena a los “círculos políticos” manifiesta su aspiración de una candidatura para formar parte del Congreso de la Unión, de un Congreso Local o de un ayuntamiento, la satanizan cuando es figura pública; si no, simplemente ignoran su existencia.
Los artistas que se atreven a aceptar la candidatura a cargo de elección popular ofrecida por algún partido o coalición, son atacados en toda clase de medios. Peor si quienes aspiran a participar son periodistas. Como si fuesen sectores sin derechos político electorales.
El contexto viene a colación por la inminente candidatura de Lilly Téllez al Senado de la República en su natal Sonora, a invitación de Andrés Manuel López Obrador. En la praxis del partido, primeramente ella tendrá el carácter de Coordinadora Estatal de Organización de Morena.
La postulación de Lilly Téllez no ha estado exenta de críticas hasta de mismos periodistas, en vez de encontrar solidaridad incondicional independientemente del partido que la ampara.
La solidaridad del gremio debería ser el denominador común en cualquier caso donde las y los periodistas pretendieran participar en política, en elecciones o en el servicio público.
No el canibalismo a veces auspiciado por los adversarios de quienes postulan a personajes del mundo artístico o periodístico. Es un juego de poder donde los partidos y grupos políticos tratan de sacar ventaja.
Ciertamente, los partidos, sin que sea la excepción Morena, impulsan personajes con presencia social con el ánimo de ganar las elecciones. No se están fijando en las cualidades de la persona, sino en la rentabilidad electoral de ésta a partir de su presencia.
Y si de uso se trata, artistas y periodistas bien pueden acceder al poder y a la representación popular por invitación de cualquier partido político. Claro, partidos con posibilidades reales de ganar espacios por mayoría relativa; o, en todo caso, que la postulación sea por ambos principios.
No es derecho exclusivo de los militantes de un partido político, la postulación a cargos de elección popular, ni el acceso a los puestos en el servicio público; todos los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho. Los derechos político-electorales son universales.
Y más allá de actuar en telenovelas, de escribir o de comentar noticias, según sea el caso, artistas y periodistas tienen la calidad de ciudadanas y ciudadanos.
EVIEL Y ALEJANDRO MURAT
Dice la vox populi que “nadie es profeta en su tierra”. Y en el estado de Oaxaca han sobrado las críticas hacia Eviel Pérez Magaña, recientemente nombrado Secretario de Desarrollo Social del gabinete del Presidente de la República, Enrique Peña Nieto.
Hay quienes se empeñan en la prevalencia de la rivalidad de dos grupos políticos del PRI en Oaxaca, ubicando en uno a Eviel y en el otro, al gobernador Alejandro Murat Hinojosa; como si ambos no tuvieran capacidad para decidir, ni luz propia para brillar.
Sin embargo, los dos han demostrado un talento que los ha llevado a estar donde están, amén de cualquier empujoncito inicial por Tlatoanis priistas; Tlatoanis que además a leguas se resisten a abandonar la política. Ya bailaron mucho tiempo; es hora de sentarse.
En fin, ¿por qué en Oaxaca insisten en ver a Eviel Pérez Magaña y a Alejandro Murat como enemigos? El pleito no es de ellos. El pleito es entre Ulises Ruiz Ortiz y José Murat Casab.
Y si los Tlatoanis despedazaron Oaxaca, Alejandro y Eviel pueden hacer grandes cosas por la entidad, tan castigada no solamente por la pobreza, sino por las rivalidades inter priistas.
Eviel y Ulises tienen derecho a brillar per se.
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Correo: rosyrama@hotmail.com
