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PRI, ¿resurgirá de sus cenizas?

Crónica política: “Devolverle el PRI a sus verdaderos dueños: La militancia”

Por Rosy RAMALES

El pronunciamiento de Democracia Interna sobre las causas de la aplastante derrota del PRI en las elecciones concurrentes del 1º de julio y los remedios frente a la extinción, termina con la siguiente frase: “Devolvamos el partido a sus verdaderos dueños, sus militantes”.

Parece perfecta para empezar la reconstrucción del Revolucionario Institucional planteada por dicha corriente interna, liderada por el ex gobernador oaxaqueño Ulises Ruiz Ortiz. Sin embargo, militantes son también quienes se han adueñado del partido tanto a nivel nacional como en entidades federativas.

Más bien las bases son las verdaderas dueñas del PRI, pero fueron despojadas en algún momento de la historia del longevo partido, por las cúpulas. Y seguramente desde ese momento las causas populares y la justicia social a pobres, campesinos y obreros, quedaron en el olvido.

Las cúpulas no conocen de pasar hambre, ni la angustia del desempleo y de falta de oportunidades, ni de la pérdida del poder adquisitivo, porque todo lo tienen al alcance de la mano gracias al dinero público. Y no representan a ningún sector del pueblo, pero lo han usado para perpetuarse en el poder.

Las cúpulas tampoco gobiernan, sino solo administran la pobreza. Claro, porque sin pobres no hay votos. Creen que pararse en una comunidad a entregar beneficios sociales, resuelve la vida de la gente y la desigualdad en el país, en la entidad, en el municipio; y además les genera votos.

Ahora no funcionó.

Las cúpulas convirtieron al PRI, al Ejecutivo y a los Congresos (de la Unión y locales) en agencia de colocaciones de cuotas, cuates, hijos y amores; ubicaron a los suyos en posiciones clave en el partido, en el gobierno y en los grupos parlamentarios como si se tratara de la administración de una empresa…más bien dicho, de un negocio.

¿Y las bases? Por eso, a ellas debe devolverse el PRI. Y como “todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar”, no se trata de excluir a nadie, sino de sumar talento, vocación de servicio y convicciones partidarias, pues que los privilegiados también se formen en la fila y se sometan a la consulta directa.

Consulta directa para elegir comités Nacional y Estatales, así como candidaturas a todos los cargos de elección popular, como bien lo plantea Ulises Ruiz; caso contrario, el PRI se reducirá a la nada en las próximas elecciones; y de la debacle a la nada, falta poquísimo. Casi casi solo queda las siglas.

La militancia

Bueno, quizá cuando Democracia Interna urge “Devolverle el PRI a sus verdaderos dueños: La militancia”, se refiera a los priistas formados en el partido, no a quienes de la comodidad de la burocracia pasan a ocupar los cargos principales en los comités del Revolucionario Institucional o las mejores candidaturas, sin el menor esfuerzo.

A las cúpulas lo mismo le ha dado nombrar al burócrata de élite en las dirigencias del PRI, nada más por amiguismo, compadrazgo o pago de favores. Y la práctica ha lastimado a la militancia y a las bases. Incluso, ofende a la ciudadanía.

Tampoco la militancia debe ser la dueña absoluta del partido, porque entonces se deja de lado el principio constitucional de que los partidos son entidades de interés público cuyo fin es el acceso de los ciudadanos al poder público. Entonces, las candidaturas externas son necesarias, como también las cuotas en los gabinetes.

Todo se puede y sin relegar a la militancia.

La militancia sí, pero sin caer en el reciclaje: Los mismos de siempre en todos los cargos, eso el PRI tampoco lo aguanta.

Peña, Ochoa, Meade, Nuño…

Tenía razón Ulises Ruiz, siempre la tuvo, y ahora también. Lo advirtió desde cuando la cúpula priista colocó a Enrique Ochoa Reza como presidente del CEN del PRI, que la falta de una elección interna democrática llevaría al partido al peor de los fracasos.

Y ocurrió. Porque además el ejemplo se replicó en Comités Estatales, con sus honrosas excepciones, donde la militancia quedó rebasada por la burocracia.

¿Cómo enviar a dirigir al PRI a alguien que en su vida fue siquiera dirigente seccional? Ni nunca se le conoció militancia hasta cuando mostró una credencial sacada de quien sabe donde. Luego Enrique Ochoa llegó con el discurso de terminar con los priistas corruptos, cuando él salía de la CFE cobrando una injustificada indemnización.

Y claro que Enrique Peña Nieto es el principal responsable de la debacle del Revolucionario Institucional como jefe político del partido y como Presidente de la República, cuyo ejercicio de gobierno enojó a la ciudadanía que nunca vio mejoría económica, social y política.

Lo bueno de la Reforma Educativa no le alcanzó electoralmente. Tal vez porque la Reforma Energética no se sintió en los bolsillos de los sectores populares. Eso de no incrementar tarifas de energía eléctrica a éstos, fue falacia porque al aumentarlas para el sector productivo, necesariamente impactó en toda clase de consumidores.

El Golden Boy entrenado de manera gerencial para el poder, fracasó y llevó al PRI al borde de la tumba. Claro, su grupo, el Atlacomulco, es corresponsable, porque junto con él desgobernó y desplazó a la militancia de los espacios del partido.

Toda la parentela de este grupo, de ex dirigentes priistas y de ex Presidentes de México, ocuparon las mejores posiciones partidarias y administrativas en el sexenio peñista.

Al final Peña Nieto intentó rescatar al PRI con un externo sin mancha de corrupción, postulando a José Antonio Meade Kuribreña a la Presidencia de la República, cuya candidatura jamás fue aceptada por las vacas sagradas de la militancia. No fue rechazo a la persona, sino a la imposición del jefe político del priismo.

Meade era buen candidato, pero lo dejaron solo y cargando la pesada losa de la corrupción priista y del pésimo gobierno peñista. Su falta de experiencia partidaria le impidió oler las ausencias, la soledad política y el riesgo de la estrepitosa derrota.

Encima de todo, Enrique Peña le mandó a Aurelio Nuño como coordinador de la campaña sin contar con la mínima experiencia en asuntos electorales, en los cuales es necesario el priismo avezado y los liderazgos naturales del partido.

¿Y dónde está la militancia? ¿Dónde las bases? ¡No se ven!

En su pronunciamiento, Democracia Interna dice que “es hora de la militancia” para la reconstrucción del PRI. Sí, ¿y dónde está? ¿Dónde también están las bases?

Salvo los integrantes de esta corriente, base y militancia siguen aletargadas en la nociva disciplina ciega. No la vemos exigiendo explicaciones, ni pidiendo la devolución del partido. No la vemos arrinconando a las cúpulas para declinar el poder a las bases.

¿O ya no hay militancia? Porque esa puede ser una causa en la aplastante derrota del PRI, donde tampoco tendrían cabida quienes abandonaron el barco porque no les dieron candidaturas. Los grupos inter priistas también tienen malas costumbres: Dimitir y regresar para reclamar posiciones.

Militancia, bases, ¿a qué hora despiertan? ¿O se aprestan a engrosar las filas de Morena?

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