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El “candidato de la militancia” y el “candidato oficial” del PRI

CRÓNICA POLÍTICA: Cúpula sepulturera y militantes dóciles

Opinión por: Rosy RAMALES

Como en sus mejores tiempos, pero en sus días de agonía como partido gobernante, el PRI simuló un proceso extraordinario para dejar a Claudia Ruiz Massieu como presidenta del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), y no como dirigencia de transición para la refundación del mismo.

¿Entonces para qué? Pues según parece para evitar una carnicería política de los cuadros que llevaron al longevo partido a la peor de sus derrotas. Porque no solo perdió la Presidencia de la República, sino también el Congreso de la Unión, los Congresos Locales y ayuntamientos.

Se quedó con poquísimos espacios.

En otras palabras, como bien reconoció Claudia Ruiz en su mensaje tras ser “electa” presidenta del CEN para concluir el periodo 2015-2019: “El primero de julio, la ciudadanía castigó (al PRI) con su rechazo. No sólo ganó una nueva fuerza política, también se reconfiguró radicalmente el equilibrio de poder en todos los niveles de representación y en prácticamente todo el país.”

Cosa harta dicha desde aquél día. Ahora, a ver para adelante. ¿Qué viene para el PRI? Un escenario “jamás experimentado”, como dice Claudia: “Ser simultáneamente oposición al Ejecutivo y un partido minoritario en el poder legislativo”.

En el 2000 ya experimentó la derrota; fue dolorosa por haber sido la primera durante 70 años. Pero la de ahora es aplastante; lo reduce a la mínima expresión política después de ser hegemónica y todopoderosa. La ciudadanía casi lo desaparece.

Y hoy su suerte es incierta. ¿Se levantará de sus cenizas? ¿O de plano perderá el registro en una próxima elección federal? Quizá no tanto, pero tal vez le lleve tiempo recuperarse, máxime cuando la cúpula sepulturera se niega a abrir el partido a la militancia (empezando por la base).

En su mensaje, tras ser “electa” en sesión de Consejo Político Nacional, Ruiz Massieu dijo: “Si nuestros adversarios pudieron conquistar el poder partiendo de menos, por supuesto que nosotros podremos recuperarlo contando con mucho más.”

Sí, sobre todo cuando la ciudadanía se empiece a decepcionar de Morena y del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, lo cual es incierto que suceda pronto. Y sí, el PRI cuenta con más, pero lo que no tiene es el ánimo de cambiar internamente.

Y para muestra un botón: La “elección” (o ratificación) de Claudia Ruiz como presidenta del CEN para concluir el periodo 2015-2019; al estilo de siempre: Simulado y bajo la línea del jefe político, el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, que la impuso.

Y ante la imposición, los priistas otra vez obedecieron; dóciles, acostumbrados a la vida cómoda antes que atreverse a rebelarse para hacer valer sus derechos.

Vaya, hasta los de Democracia Interna estuvieron quietecitos mientras que se consumaba el proceso extraordinario simulado, de no ser por una carta abierta en la cual dicha expresión anunció que no avalaría con su presencia un “nuevo episodio de traición a la militancia”.

Además: Se reserva el derecho de impugnar los procedimientos violatorios de los estatutos priistas y seguirá pugnando por que la renovación de la dirigencia nacional, en 2019, se lleve a cabo por consulta directa a la militancia. Y ya, tan-tan, no hubo más; ni rebelión, ni nada.

¿Democracia Interna también le entraría a los acuerditos? ¿O en verdad las condiciones le eran desfavorables como para arengar a los consejeros políticos nacionales a rebelarse en la sesión del Consejo Político Nacional? Es decir, nada qué hacer ante una estructura a modo.

En fin, los mismos priistas habrían que preguntarse ¿qué viene para el PRI a partir del primero de diciembre próximo? ¿Internamente continuarán actuando bajo la disciplina ciega? Pero, ¿disciplinados ante quién? Ya no habrá jefe político, y para entonces quien sabe cuál sea la fuerza de Claudia Ruiz Massieu.

Ella misma así lo reconoció: “Hasta el 30 de noviembre, el partido contará con un liderazgo natural en torno al cual aglutinarnos.” Se refirió, por supuesto, al Presidente de México, Enrique Peña Nieto, a quien a pesar de la debacle y el enojo interno, le funcionó la línea para la ratificación de Claudia.

Pero ¿y después qué? Es lo que no quieren ver. Ruiz Massieu dice que cuando entre en funciones el nuevo gobierno, los priistas deben “articular un gran frente opositor, a todos los niveles, entre el partido y cada uno de (sus) espacios de representación”.

Ajá. ¿Y cómo? Si francamente es artificial la unidad interna; desarticulados no podrán.

CAUSAS Y NO CUOTAS

Entre los tantos propósitos enunciados por Claudia Ruiz Massieu, apeló a la conciencia de los priistas para volver “a ser un partido de causas, no de cuotas, donde los militantes avancen por su mérito y su esfuerzo.”

Pues es necesario predicar con el ejemplo. Y el cargo para el cual fue ratificada (como quizá muchos de los que ha tenido) deriva de cuota. ¿O no?

Seguramente poquísimos son los priistas que ocupan algún cargo partidista, público o de representación popular obtenido por mérito propio.

El cargo, como bien dijo ella misma, “se gana cada día”, pero no a partir de rendir protesta, ni por pertenecer al grupo gobernante.

¿Cómo entonces conducir una refundación cuando se es producto de la causa de la derrota?

LAS ZAPATILLAS

Claudia Ruiz Massieu dijo: “Encabezaré una dirigencia que esté afuera, con ustedes: en las calles, en el territorio, buscando el contacto directo con los ciudadanos”.

Pues entonces primeramente deberá cambiar las zapatillas por tenis y los glamurosos vestidos por pantalón y playera, porque ataviada de ejecutiva no podrá caminar por las calles y caminos de nuestro país, menos sin son de terracería.

En una sus frases, se mostró de cuerpo entero: “Nos acercamos demasiado a las élites y nos distanciamos de las causas ciudadanas. Pasamos más tiempo en los despachos que en las calles.”

A leguas se nota que la cúpula priista se olvidó, no solo de la militancia, sino de realidad de México.

¿Cambiará?

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