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#Opinión Rosy RAMALES
El pasado 03 de abril se cumplieron 13 años de la trágica muerte de Aquiles López Sosa, político mexicano, nacido en Oaxaca y militante del PRI, pero de vena muy diferente a los de su filiación, con sus honrosas excepciones contadas con los dedos de una mano y sobran, cuando menos a nivel local.
Aquiles era un político fuera de lo común: Amable, atento, educado, pulcro en su vestir y en su actuar; ocupado en sus tareas políticas, de servicio público y de representación popular, y más preocupado por desempeñarlas a cabalidad.
Muy distinto al estilo de priistas cuyo vocabulario se reduce a palabras como las siguientes: “No mames wey”, “si cabrón”, “está de poca m…”, etc. ¿Les recuerda a alguien? Mmm, ¿qué no así habla el ex gobernador oaxaqueño Ulises Ruiz Ortiz? Por lo menos es el lenguaje usado en los dos audio-escándalos que le dieron la vuelta a las redes sociales (donde conversa con el empresario Hugo Scherer Castillo y donde habla por teléfono con Jesús Romero López, brazo derecho del ahora candidato del PT a gobernador, Benjamín Robles Montoya).
Distinto también al estilo de señor feudal, que grita, insulta y trata a sus colaboradores como siervos y vasallos. ¿Conocen a alguien? Pues la forma es muy parecida a la personalidad del ex gobernador José Murat Casab.
Aquiles era tan diferente. Se ganó el respeto hasta de la oposición y de los burócratas cuando fue presidente de la entonces Gran Comisión del Congreso del Estado; construía acuerdos sin que los legisladores del PRD, del PAN y demás filiaciones perdieran su dignidad. Tenía una técnica infalible basada en el diálogo, el buen trato, el respeto y el cumplimiento de la palabra empeñada.
El gremio periodístico local lo bautizó como “El caballero de la política”, y periodistas, incluso críticos, montaron guardia ante su féretro cuando en el Recinto Parlamentario le rindieron homenaje de cuerpo presente. Difícilmente habrá otro político que se gane el cariño, la amistad y el respeto de los oaxaqueños.
Durante los años de mi ejercicio periodístico, solo he conocido dos políticos con don de gente, con vocación de servicio, con voluntad para hacer a un lado el gatopardismo: Aquiles López Sosa y don Heladio Ramírez López, ex gobernador de Oaxaca.
López Sosa era mucho la hechura de don Fernando Ortiz Arana, quien, por cierto, siendo presidente del PRI nacional, le tocó recibir la noticia vía telefónica sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato presidencial. Aquiles, secretario adjunto a la presidencia priista, entró al despacho de su jefe justo cuando colgaba el teléfono, para comunicarle la tragedia. (El Universal/23 de marzo del 2004/Jorge Teherán http://archivo.eluniversal.com.mx/nacion/109027.html)
Aquellos eran tiempos electorales, de sucesión presidencial; Colosio ya no pudo ser el sucesor de Carlos Salinas de Gortari.
Curiosamente, Aquiles muere también en tiempos preelectorales. Se aproximaban las elecciones para suceder al gobernador José Murat Casab.
Aquiles ni siquiera pudo ser candidato. Una mañana, cuando se dirigía a Puebla, su auto derrapó, se estrelló contra las piedras y del impacto se salió de la carretera. Más o menos esa fue la versión oficial. Aquiles manejaba y su chófer iba de copiloto. Le gustaba correr. Dicen que conducía a alta velocidad y en un tramo con gravilla perdió el control del votante.
Una semana antes del trágico accidente, Aquiles acudió al programa político radiofónico “A fondo y en contraste”, producido y conducido por Raúl Castellanos Hernández, y esta escribiente participaba en la co-conducción. En ese programa –lo recuerdo nítidamente— pregunté a López Sosa si aspiraba a ser gobernador de Oaxaca. Y él dijo que sí, que estaba decidido a buscar la candidatura y a concretar su anhelo.
Era la primera vez que declaraba su aspiración públicamente.
Una semana después ocurrió el accidente. Y la mañana del percance, las oficinas de su organización social (ALSO), que había conformado precisamente en busca de su aspiración, amanecieron bañadas de huevazos.
Aquiles López Sosa estaba decidido a ser candidato a gobernador a pesar de navegar contra corriente en su mismo partido; en el PRI ya se hablaba del nombre del próximo abanderado: Ulises Ruiz Ortiz.
Todo estaba arreglado para la ascensión de Ruiz Ortiz. Pero Aquiles contaba con la base social, y si no lo sería del PRI, quizá se hubiera convertido en el candidato del PRD y/o del PAN. Perredistas ya le habían propuesto encabezar la candidatura del Sol Azteca.
Si la muerte no se hubiera atravesado en el destino de Aquiles, en las páginas de la historia figuraría como el primer gobernador oaxaqueño coalicionista y de transición democrática.
Si hubiera sido gobernador, la suerte y el destino de Oaxaca serían diferentes.
Murat se equivocó de sucesor.
La muerte le arrebató a Oaxaca un gran político y el gobernador que necesitaba. No obstante, Murat tenía otra opción: Juan Díaz Pimentel, quien a pesar de sus extravagancias, tiene donde gente; y si alguien algún día lo ha señalado por situaciones irregulares, ha sido gracias a su lealtad con José, quien todo lo pervierte.
En los medios de comunicación, se referían a Aquiles así:
“López Sosa fue diputado federal, funcionario de primer nivel en el Senado de la República, delegado del PRI en diversos estados de la República, subsecretario en el CEN del tricolor, presidente del Comité Directivo Estatal en Oaxaca, Presidente del Congreso local en la LVII Legislatura y sobre todo una persona con trato humano, honesto, respetuoso y responsable de las tareas que le encomendaban.
“En poco tiempo, Aquiles López se ganó el cariño y amistad de muchas personas que no sólo siguieron su carrera política sino que se sumaron al esfuerzo que realizaba para dar a los oaxaqueños un mejor futuro.”
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