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#Opinión Por Juan Perez Audelo
http://www.oaxpress.info/comentario-hoy-martes-4-octubre-2016/
El pasado 3 de octubre, se celebraron los 150 años de uno de los episodios militares más destacados de la Guerra de Intervención: la batalla de Miahuatlán de 1866, encabezada por el general Porfirio Díaz. “Teniendo en cuenta la desigualdad de nuestros elementos, con cerca de 700 hombres mal armados, desnudos y sin disciplina, frente a un enemigo con 1 mil 400 hombres bien organizados, vestidos y armados –dice el general Díaz en sus Memorias- considero la batalla de Miahuatlán, como la más estratégica de las que sostuve en la guerra de intervención y la más fructuosa en resultados, pues ella me abrió las puertas de las ciudades de Oaxaca, Puebla y México”.
En efecto, este hecho de armas ponderado por el mismo general, habría de consolidarse en la gesta heroica del dos de abril de 1867, en Puebla, que permitiría abrir las puertas de la ciudad de México, para el restablecimiento del gobierno constitucional de don Benito Juárez y la restauración de la República. Oaxaca –dice Paul Garner, el más reconocido biógrafo de Díaz- fue la cuna del liberalismo mexicano del siglo XIX, que produjo dos de los líderes más importantes –Juárez y Díaz- quienes en conjunto, dominaron la vida política de México durante más de medio siglo.
Sin embargo, a siglo y medio de la batalla de Miahuatlán, tal parece que la amnesia histórica y colectiva de quienes toman las decisiones en el país, ha tomado a esta tierra llamada por los zapotecas Pelopeniza, como territorio de castigo y espacio punitivo. En premio a su reconocimiento histórico le fueron otorgados como gratuita concesión, un penal federal de mediana seguridad, un penal regional estatal y una zona militar.
Cabecera de distrito rentístico, Miahuatlán –mi tierra natal- luce hoy los coletazos propios de la inseguridad, del abandono y del saqueo. Gobiernos municipales van y vienen, bajo la premisa de que “el que no tranza no avanza”. Obras a medias, elefantes blancos, peculado y tráfico de influencias es lo que ha permeado al menos en los últimos quince años. Pero no sólo ello. Tampoco las venganzas y los ajustes de cuentas, han dejado caminar por la senda del desarrollo y el progreso a este filón histórico de México y de Oaxaca.
En este entorno, una fecha tan importante como fueron los 150 años de la batalla que permitió consolidar el gobierno republicano en el país, pareció pasar desapercibida ante la torpeza, la ignorancia y la veleidad de quienes están al frente del gobierno local y la abulia de aquellos que recitan a los cuatro vientos, sólo las glorias de nuestro pasado histórico y no la ingratitud de la amnesia oficial. (JPA
