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#Opinión Por Dorisol González Cuenca
Las elecciones presidenciales de 1988 fueron sin duda la gran apuesta por el cambio, cuatro candidaturas de oposición principalmente, fraguaron la afrenta al gobierno autoritario. Por un lado la candidatura de Rosario Ibarra de Piedra por el PRT, por otro la del Ing. Heberto Castillo Martínez por el PMS, Manuel de Jesús Clouthier del Rincón por el PAN y la del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano del PARM, contra el candidato oficial del PRI, Carlos Salinas de Gortari.
Sin embargo ante la necesidad de unificar y formar una real fuerza opositora al régimen, es Heberto quien pondera las circunstancias del contexto político y social autoritario, y con toda responsabilidad política renuncia a su candidatura presidencial, declinando sin claudicar por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y fusionándose en el Frente Democrático Nacional. Luego del fraude, ante la política neoliberal salinista, Heberto refrendó su intención de conformar una fuerza política opositora, y junto con el Ing. Cárdenas, otras y otros valiosos compañeros fundan en 1989 el Partido de la Revolución Democrática. Dicho episodio de humildad y valor político, es reconocido dentro y fuera del PRD como ejemplo de lucha por la unidad de la izquierda.
Hoy a 28 años de la fundación del Partido de la Revolución Democrática, con la política de “Amplias Alianzas” implementada por la dirección del partido en los últimos 8 años, y pese a la terrible experiencia que vivimos frente a los gobiernos presidenciales del Partido Acción Nacional que dieron continuidad a las políticas neoliberales implementadas por el PRI, y que traicionaron la transición democrática que nosotros impulsamos en 1988, hay en el PRD posiciones pragmáticas que nos emplazan a acompañar a los candidatos de la derecha PANista, para alcanzar con ello la alternancia en los estados donde aún gobierna el PRI.
Izquierda y derecha son términos opuestos, porque tienen objetivos opuestos, la Izquierda lucha por disminuir las desigualdades sociales, políticas y económicas; mientras que la derecha trabaja por mantener los privilegios de una minoría, concentrando en ella la mayor parte de la riqueza, utilizando un falso discurso de abatir la desigualdad, mientras que en los hechos implementan y aprueban políticas con el PRI, que apuestan a la desigualdad que nosotros combatimos.
Acaso Heberto Castillo hubiera declinado por Cloutier? Mi respuesta es que Heberto no declinó sólo por la alternancia, declinó por un proyecto que enarbolaba la justicia social, esa justeza que fue vista y sentida por el pueblo con el presidente Lázaro Cárdenas.
“Más Hebertos necesitamos”, -dicen-, cuando nos resistimos a acompañar sus coaliciones con el PAN. No nos equivoquemos, Heberto no declinó a la candidatura presidencial pensando en negociar una gubernatura, senaduría o diputación. Nuestro líder tenía firmes convicciones y gran congruencia, no actuó por pragmatismo, ni mucho menos por oportunismo.
A 20 años de su partida, no queda en el PRD un sólo Heberto para guiar a la Izquierda que dicen que somos.
