#Opinión Rosy RAMALES
Relájense, que al fin parió el dinosaurio: El PRI ya tiene candidato a Gobernador de Oaxaca: Alejandro Murat Hinojosa… bueno, aspirante, porque apenas el próximo martes, 2 de febrero, solicitará su registro como precandidato de unidad; y el 25, habrá de celebrarse la Convención Estatal de Delegados donde formalizarán la designación.
Así es el PRI. Primero hace cumplir su praxis, y luego reviste de legalidad el proceso interno.
En los días subsiguientes, seguramente, vendrán en cascada las manifestaciones de apoyo de sectores y organizaciones.
Y como en la película del Rey León, mientras el papá alza al cachorro recién nacido, todos los miembros del reino hacen reverencia.
Qué parto tan difícil. ¿Y qué lecturas hay? Algunas, por el momento:
Que José Murat le ganó nuevamente a Ulises Ruiz Ortiz.
Que José Murat Casab es un político muy visionario al procurar el círculo y la cercanía con el grupo Atlacomulco.
Que en el PRI existe imposibilidad política para postular a un simpatizante a gobernador, sobre todo cuando pretende llegar desde el centro sin antes haber construido la candidatura.
Desde el centro, solo llegan los militantes. Los simpatizantes quizá solo tengan oportunidad en algún momento a la postulación a las diputaciones y presidencias municipales; cargos donde no está de por medio, además del gobierno estatal, el control del PRI local.
En fin, el jefe político del priismo nacional, Enrique Peña Nieto, al final se decidió por su amigo y colaborador, Alejandro Murat, quien, en su gabinete como gobernador del Estado de México, dirigió la televisión estatal y en el Instituto de la Función Registral. Y cuando llega a la Presidencia de México, lo hace Director General del Infonavit.
Alejandro, ¿per se obtiene la gubernatura? Tiene su mérito. Y también José Murat, a quien Enrique Peña le debe (o le debía) la exitosa construcción del Pacto por México, de donde derivaron acuerdos importantes aterrizados en las reformas estructurales.
José y Alejandro Murat tenían más para influir en el ánimo de Peña Nieto, que el ex gobernador Ulises Ruiz Ortiz y Eviel Pérez Magaña, aspirante a la gubernatura de Oaxaca; en 2010 perdió la elección constitucional y ahora no pudo llegar a la candidatura. Y aunque lo ha negado, su cercanía con URO le ha afectado de manera determinante en ambos momentos.
URO nunca tendrá la talla de José Murat.
La rivalidad política entre ambos ex gobernadores siempre le ha pegado a Oaxaca, al grado de verse reflejada en el grave conflicto del 2006, que empezó como una movilización magisterial y se convirtió en un movimiento amorfo cuyo objetivo era derrocar a URO.
En fin, ¿qué sigue? Pues en el PRI, todo el procedimiento legal hasta el 25 de febrero en que la Convención Estatal de Delegados dará formalidad a la designación de Alejandro Murat, quien, por su parte, deberá iniciar de inmediato la operación cicatriz para sumar a sus competidores internos.
Sobre todo a Eviel, cuyo capital político electoral es fuerte en el estado de Oaxaca. Por sí mismo, en el 2010 consiguió la más alta votación que el PRI ha tenido en elecciones para gobernador; no obstante, perdió. Y en la pretensión de alcanzar nuevamente la postulación, procuró conservar tal capital.
La suma de competidores internos como Eviel, Mariana Benítez y Alfonso Gómez Sandoval Hernández le va a redituar estabilidad interna y, en consecuencia, más posibilidades de caminar con expectativas de éxito hacia las elecciones de junio próximo.
¿Lo hará? Queda de él.
Las posibilidades legales es tema aparte.
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