Por: Psicóloga Wendy Cristina Hernández Martínez
El decir adiós a una pareja: llámese esposo, novio, amante, amigo con derechos o el título que mejor acomode, implica en ocasiones un camino que puede ser largo o corto, doloroso o relajado, dependiendo del apego generado.
Ante una ruptura amorosa, lo que más duele es decir adiós a las expectativas generadas alrededor de la relación, acerca de lo que falto decir o hacer en la relación, todas esas fantasías que se relacionan al famoso circulo 99, donde queda la sensación que algo falto hacer, decir o demostrar, para que esa relación se mantuviera a flote.
Cabe mencionar, que los anclajes para permanecer en realidad en una relación a medias o insatisfactoria, son creencias e introyectos de lo que es lo esperado en una pareja. En ocasiones las culpas y agradecimientos resultan insuficientes en permanencia de tiempo para poder soltar, ¿Cuánto es suficiente decir gracias… para que no se considere mal agradecido??… ¿Cuánto hay que pedir perdón… para que la culpa no retenga???… ¿cuantas verdades hay que confesar para poder ser liberado???…resulta subjetivo en realidad, ya que los tiempos y pronósticos muchas veces varían.
No olvidemos que una pareja está formada en teoría por dos personas, sin embargo, detrás de cada uno de ellos esta su sistema familiar, su historia personal y amorosa, que, si no ha concluido ira arrastrando a relaciones presentes y futuras indudablemente, depositando en las parejas actuales fantasmas del pasado o creencias acerca de la pareja en base a la referencia primaria de sus padres.
Cada pareja que se encuentra en el camino empata desde este conjunto de información que trae respecto a la pareja; pueden encontrarse con los ojos cerrados y cuando los ojos empiezan a abrirse, es cuando los fantasmas se hacen insostenibles, cuando los espejos se empiezan a reflejar en positivo o negativo de lo que nos gustaría ser o tener, son estas circunstancias las que generan la permanencia sana o tóxica de una pareja, el querer permanecer desde la conciencia y responsabilidad, desde la honestidad y comprensión , desde nuestro ser real y no desde la falsa máscara.
Cuando puedan tomarse en cuenta estos factores, y hacernos responsables cada uno de lo que le corresponde, entonces se podrá agilizar el camino a cerrar ese ciclo de pareja o fortalecerlo adecuadamente, lo cual sería lo más óptimo.
El darnos cuenta de todo lo mencionado anteriormente, nos permitirá no depositar en la pareja lo que nos corresponde sanar, solo así dejaremos de seguirlo cargando en relaciones futuras y sentirnos más ligeras (os) así como soltar la camiseta de la víctima; ya que en una relación de pareja no hay víctimas ni victimarios, solo circunstancias que se encontraron para que se sanen situaciones pasadas, se tome conciencia en el presente y en futuro y se mejoren; claro es importante señalar que en situaciones de violencia es otro el enfoque.
Cuando estemos listos para tomar conciencia, asumir nuestro 50% de responsabilidad en esta relación de pareja, agradecer de forma amorosa, entender y darle significado al para que nos encontramos con esta pareja, podremos decir entonces que estamos del otro lado, en más de un 80% para sanar y cerrar este ciclo o mejor aún decir adiós a él o ella.
El camino como antes mencione puede ser corto o largo, dependiendo de nuestras experiencias, no quiere decir que se ame menos o más, el amor no se mide, simplemente crecemos y maduramos con las experiencias, definitivamente no dolerá igual el primer amor que el cuarto o el que siga, en realidad el amor no duele, duele el no tener la decisión o perspectiva de decir adiós , culturalmente hemos aprendido que perder duele, que perder no es agradable, pero con el tiempo aprendemos que a veces hay que perder o dejar ir para ganar.
Cuando le demos sentido a esta despedida, estaremos ante el paso más importante en un duelo, la aceptación, ahora sí, nos daremos paso a sentir, sentimientos más reales, no sentimientos del ego, de lo que me quitaron o creo perder, son sentimientos más genuinos, que salen de decir adiós, dolerá, pero no desbordaremos en el drama de ser víctima, es un dolor de aceptación, así tenía que ser, o ya no podía estar, entonces nos responsabilizamos, del por qué y para que no queremos estar en dicha relación, tal vez, porque ya no es nutricia. dejamos de negociar.
Pensar que si cambio, él o ella se quedara, solo sería un condicionamiento y ningún sacrificio o mentira dura eternamente, dejaríamos de ser nosotros por complacer a alguien más y estaríamos en una relación ficticia.
Podemos tomar conciencia y mirar con amor lo bueno de la relación, darle aprendizaje positivo, a lo que en su momento nos molesto o desagrado y entonces aceptar que decir adiós es el mejor regalo que podemos darnos y darle a la persona que algún momento tanto se amo.
Darnos la vuelta y seguir adelante, con la certeza que lo que se aprendió no será en vano, lo que dolió tendrá sentido, que lo que nuestra ex pareja nos enseñó, así tenía que ser, esa era su misión en nuestra vida… y ahora si con los ojos cada día más abiertos se podrán hacer elecciones de pareja más sanas y compatibles para nuestro más alto y elevado bienestar… así sea.
Si decides permanecer con los ojos cerrados, permanecerás aferrado a fantasías y verdades a medias, no es que sea malo, cada quien decide abrir los ojos a su tiempo … lo nuevo da miedo, pero también genera curiosidad, tú decides.