Comunidades tales como Santiago Juxtlahuaca y Santiago Tecomaxtlahuaca son algunas de las comunidades Mixtecas que cuentan como bailable principal con la “Danza de los Diablos”, misma que fue reconocida por parte de la Sexagésima Sexta Legislatura del Congreso de Oaxaca, como elemento cultural identitario del Estado.
La iniciativa con Proyecto de Decreto fue dictaminada por el órgano legislativo de Culturas y Artes, de acuerdo con las facultades conferidas en la Ley Orgánica y el Reglamento Interior del Poder Legislativo.
El dictamen refiere que una de las expresiones que ha cobrado relevancia en el territorio estatal es la “Danza de los diablos”, considerada una expresión de la memoria, del amor a los orígenes, a las costumbres, así como un mecanismo de resistencia a la colonización.
Dicha danza la bailan mujeres y hombres al ritmo de chilenas, en parejas o estilo libre, combinando elementos prehispánicos y africanos, portando en la cara un paliacate rojo o bien, una máscara de diablo tallada en madera, que puede ser con rasgos exagerados y cuernos de venado. Algunos portan gazne, pañoletas en el cuello, guantes, pañuelo y chicote.
Aunque cada región tiene su propia versión de la danza, en el caso de la Mixteca, los danzantes usan chivarras con pelo largo en la frente, visten con trajes coloridos y de gala, siendo que las y los músicos tocan instrumentos tradicionales como la tambora, el teponaztli y la flauta, aunque cada pueblo tiene su propia versión.
De acuerdo con el legislador promovente de esta iniciativa, esta danza es una celebración en honor a los santos y vírgenes católicos, aunque también tiene un fuerte simbolismo prehispánico. Actualmente está presente en todas las festividades religiosas, sociales, políticas, cívicas o culturales.
Se detalló que los diablos representan a los espíritus malignos que acechan a las personas, y los danzantes son los hombres que luchan contra ellos, sin embargo, este tradicional bailable se ha transmitido de generación en generación extendiéndose a otros pueblos, convirtiéndose en una de las tradiciones más emblemáticas y significativas de las comunidades indígenas y afromexicanas, es una expresión de identidad y cohesión comunitaria.
Cabe señalar que el baile tiene sus orígenes en la época del virreinato, cuando los españoles llegaron a México y comenzaron a comercializar esclavos provenientes de África. Ante los malos tratos de los españoles y la imposibilidad de poder revelarse a su patrón, los esclavos hacían esa danza para mofarse de quienes los castigaban. Además, era un ritual con el cual pedían al dios africano Ruja liberarse del yugo de los españoles.