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“Esta es una gran oportunidad para transformar a México”, afirmaron días atrás, Alejandra Barrales Magdaleno y Ricardo Anaya, dirigentes nacionales del PRD y del PAN, respectivamente. Esta frase se desprende de una declaración de prensa de una y otro, luego de reunirse para analizar la viabilidad de formar un frente amplio electoral, pues según dijeron, ningún partido podrá ganar por sí solo la elección presidencial en el 2018.
El domingo pasado la cúpula del PRD acordó impulsar un Frente Amplio Democrático (FAD) en el que se incluye a todas las fuerzas políticas del país, excepto el PRI, es decir, el PAN formaría parte de este frente.
Su objetivo, a decir de Alejandra Barrales, es sacar al PRI del gobierno federal. Suena bien. Es un anhelo no sólo de los partidos políticos sino también de una parte muy importante de la población. Sin embargo el aparato de control priísta le permite a los hombres del poder en el país seguir teniendo los instrumentos para ganar las elecciones como sucedió en el estado de México y Coahuila.
Quiero imaginarme el frente de las izquierdas (sin Morena) en una alianza con el PAN, cuyo candidato a la presidencia de la República fuera un panista: Margarita Zavala, Rafael Moreno Valle o Ricardo Anaya. No me imagino a un verdadero militante del PRD, MC, PT o de la izquierda social votando por un panista.
Apenas un día después del anuncio de la formación del FAD, de manera personal o en redes sociales, muchos amigos identificados con la izquierda han señalado con toda claridad: “ni loco votaría por Margarita Zavala”; “votar por Rafael Moreno Valle es como si votara por un priísta”. Lo mismo pasaría si el candidato fuera de izquierda, los panistas no votarían por nadie identificado con esa posición política.
Coincido con el dirigente del Movimiento Nacional por la Esperanza (MNE), René Bejarano, cuando ha señalado que dicho frente “es un engaño”. Y es que ni los panistas votarían por un perredista ni lo contrario. Lo que sí, esa alianza PAN -PRD podría significar la desaparición del partido del sol azteca porque la mayoría de su membresía optaría votar por el candidato presidencial de Morena, Andrés Manuel López Obrador y seguramente por los candidatos a diputados y senadores de ese mismo partido. Es decir, estaríamos comentando, seguramente, en julio del 2018 la pérdida del registro del PRD.
Creo que quienes hoy están impulsando la conformación de dicho frente no deben olvidar cómo Vicente Fox como candidato presidencial engañó en el 2000 a todos aquellos quienes creyeron en el voto útil. Muchos mexicanos votaron por él porque pensaron era la opción no solo para sacar al PRI del gobierno sino porque prometió un verdadero cambio democrático.
Porfirio Muñoz Ledo fue uno de los muchos a los que Fox engañó y la alianza que le propuso nunca se consolidó. Las promesas a la población de acabar con los priístas corruptos a los que llamaba “tepocatas”, “víboras prietas” y “alimañas”, nunca ocurrió. Quienes están festejando que el ex presidente de la República está a favor de una alianza PAN-PRD para el 2018, no deben olvidar que en el 2012 traicionó a la candidata panista, Josefina Vázquez Mota cuando llamó a los mexicanos a votar por el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto.
Tampoco deben olvidar los resultados del gobierno de Felipe Calderón y preguntarse si ¿vale la pena una alianza con el panismo, con aquellos que votaron por la reforma energética, la educativa, la laborar?; ¿si es pertinente llevar de vuelta a Calderón y a Margarita a Los Pinos? ¿En Bucareli a Miguel Ángel Yunes?
¿En verdad podemos creer que el PAN va aceptar que su candidato presidencial sea alguien de la izquierda o un personaje no militante de un partido pero reconocido como de centro-izquierda?
No hay que olvidar la historia y los orígenes de cada partido. Si bien hay temas que los hacen confluir, ideológicamente es imposible que lo hagan.
Pero, ¿en verdad la dirigencia del PRD está convencida de que ir juntos en un frente es una oportunidad para transformar a México? ¿Deberas?
*Periodista
