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#Opinión POR: RAUL MALDONADO ZURITA.
Estar «como agua para chocolate» significa estar en pleno punto de ebullición.
PASANDO LISTA DE PRESENTE en el aula de la vida para comentarte, estimados lectores que se siente “el infierno en la tierra”, como me dice mi amiga Sinaí Toledo al hacer referencia al “calor infernal” que se siente, por las altas temperaturas que se han registrado en los últimos días.
En Facebook publico otra amiga “Este calor está infernal…, simplemente ando sude y sude y nada más falta que quieran que ande sin ropa caramba”
En Oaxaca se han registrado temperaturas hasta los 43 grados, otros 15 estados están en las mismas, según el Servicio Meteorológico Nacional.
Nuestros ríos están agonizando, prácticamente muertos. El cambio climático es una cruda realidad, que en últimos años se ha agravado.
Viene a mi memoria que, casi al final de los festejos, es muy socorrida esta frase por los últimos comensales: ¡agua que el rancho se quema!, que quiere decir “la garganta está seca” que se repartan más las bebidas de moderación.
El calor impacta en el estado de ánimo de la gente. Lo cierto es, que el clima ha cambiado drásticamente. El clima medicinal, de hace dos décadas lo hemos perdido, así como Juchitán perdió para siempre su río de las nutrias y así como seguiremos perdiendo más ríos si no hacemos algo para rescatarlos; algunos se han convertido en cañerías, aguas podridas circulan por donde antes todo era cristalino y limpio.
El calentamiento global sigue causando estragos. El calor inclemente, me dice mi amiga, “parece que abajo del pavimento hubieran puesto brasas”. “Este calor me pone de mal humor” y remata diciendo, “y con estos chamacos desobedientes manito estoy “como agua para chocolate”.
La sequía sigue pegando duro al Istmo de Tehuantepec, hay sequía extrema. La Presa Benito Juárez está al 14%, ose está seca.
El pensamiento comanche nos dice: “Hay que preguntarse, si la naturaleza le pertenece al hombre o el hombre pertenece a la naturaleza”. el hombre le ha declarado la guerra al medio ambiente, es decir, a los árboles, a los ríos, a los hermanos que habitan la selva, el mar y el firmamento, decía San Francisco de Asís.
Me pregunto estimados lectores ¿Qué les estamos entregando a nuestros hijos? ¿Smog, con una contaminación atmosférica, en la que en algunos años, la vida ya no va a ser posible?
En la Ciudad de México se “respira mugre: en 2017, solo 9 días limpios, y no se ve la solución dicen especialistas”. Por ello sigue la contingencia ambiental.
Hagamos conciencia, que el planeta tierra es la única casa que conocemos y la estamos matando. El hombre se ha convertido en el lobo del mismo hombre. El depredador de esta época está acabando con todo.
Cuidemos el aire, el agua y los bosques. Esta es la última llamada.
