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Oaxaca al borde de una crisis económica y social

Por: Dimas Romero González

El diario El Imparcial, el día de hoy, publica que 31 mil 712 empleos formales o negocios cerraron durante los primeros 4 meses de 2020 en el estado, según datos oficiales. Lo cual demuestra que la actual pandemia y todas las consecuencias que con ella arrastra, han estremecido a miles de oaxaqueños, quienes se ven afectados un día sí y otro también en su trabajo, en su salud y en sus actividades cotidianas.

La respuesta natural que toda la ciudadanía esperaba era que las autoridades de los distintos niveles de gobierno actuaran instrumentando medidas oportunas y contundentes para proteger a sus gobernados, pero no ha sido así.

Cuando el gobierno estatal anunció el Programa de Incentivos y Apoyo para la Estabilidad Económica de Oaxaca, el 7 de abril, con una inversión de 1, 270 mdp, en el que se incluían apoyos a la pequeña y mediana empresa, 200 mil canastas alimenticias para personas en necesidad y adquisición de equipo médico para enfrentar el Covid-19, los oaxaqueños confiaron en que esto los ayudaría a enfrentar las calamidades de la crisis. Pero todo quedó en promesas.

Conforme pasan los días, varios sectores sociales han tenido que recurrir a la manifestación abierta a pesar de las restricciones domiciliarias. Unas semanas después del anunciado apoyo, miles de familias manifestaron con letreros en trapos o cartulinas blancas la grave necesidad alimentaria que azotaba sus hogares, solicitando ayuda para poder cumplir con el llamado gubernamental a “quedarse en casa” sin violentar la supervivencia de sus familiares.

El 5 de mayo, comerciantes establecidos del centro de la capital abrieron sus comercios, contraviniendo -aun conscientes del riesgo que eso representabael mandato oficial de cierre de negocios, porque como dijo la representante de Centro Histórico de Oaxaca CEO, Patricia Cuevas Lorenzana, no hubo apoyos al sector ni por parte del estado ni del ayuntamiento; vimos también a los “Ferieros” pedir apoyo para los más de 300 integrantes de ese gremio que no tenían trabajo y que a decir de su dirigente, Héctor López López, tuvieron que vender parte de su equipo y ofrecer sus servicios como mecánicos, plomeros o carpinteros porque ya no tenían para comer; en el colmo de la contradicción, dado el determinante papel en esta pandemia, también personal médico ha denunciado en varias ocasiones la falta de insumos en cantidad y calidad para hacer su trabajo, como lo declaró la Dra. Alba Vázquez, directora del Hospital Regional de Alta Especialidad, quien solicitó a mediados de mayo la declaratoria en cuarentena de su centro de trabajo debido al alto número de contagios en su gremio; recientemente se han sumado policías de la capital a manifestarse por falta de protección y ante la negativa del presidente municipal de atenderlos, por lo que, de acuerdo con Petrona Gutiérrez Lucas, vocera de la Junta de Mejoras de la policía, ya suman cuatro fallecidos, seis hospitalizados y 50 más con síntomas de contagio, incluida ella misma.

Todos estos casos demuestran que la estrategia de contención y manejo de la pandemia (si es que la hubo) por parte de las autoridades, ha sido a todas luces insuficiente, que en los hechos dicha estrategia se ha reducido a confinar a la gente en sus hogares, cerrando la actividad pública, sin invertir dinero en sus necesidades, confiando en que la crisis pasaría y la sociedad estaría tan dispersa y temerosa por el virus, que no podría exigirles que cumplieran con su obligación de salvaguardar los derechos constitucionales a la vida, al empleo digno, a la alimentación segura, entre otros; dejándolos en fin, a su suerte.

En nuestro estado se ha seguido peligrosamente la política del gobierno federal de ocultar los datos reales acerca de los contagios y los fallecimientos; de insistir en que se ha aplanado la curva de la pandemia, para justificar con ello el regreso a las actividades y a la vez, hacer creer que el gobierno hizo un excelente papel.

Esa subordinación tiene hoy a Oaxaca al borde de la crisis social, económica y política. En los días que corren miles de personas tienen algún familiar o conocido contagiado y en los hospitales no hay cupo para su atención adecuada. También se cuentan en miles las familias que ya no tienen para comer y se han visto obligadas a reabrir sus negocios o regresar a trabajar, porque para ellos la disyuntiva no es salir o no, sino enfermarse de Covid o morir de hambre.

Y el panorama no se vislumbra alentador en el futuro inmediato, porque a pesar de que estamos en semáforo rojo con 1, 512 contagios confirmados y 162 fallecidos, de nueva cuenta se ve la subordinación al llamado irresponsable del Presidente de la República de regresar a la “nueva normalidad”, y aunque se dice que en Oaxaca se hará hasta fin de mes, en los hechos se orilla a la gente a que salga a trabajar y exponer su vida.

Ante ello, es necesario recordarles a las autoridades que la función primordial de un gobierno que busque el respeto y apoyo de los ciudadanos en épocas de crisis, debe ser la preservación de la vida.

La contingencia sanitaria está teniendo efectos peligrosos en el mundo entero, algunos sectores se empiezan a desesperar y a tomar medidas radicales ante la insensibilidad con que se les trata en esta situación de sufrimiento y desconsuelo.

Se han empezado a ver manifestaciones y revueltas en el país que pueden volverse más agresivas a medida que aumenten los efectos de la pandemia, efectos que no se podrán ocultar por mucho tiempo con declaraciones triunfalistas.

La desesperación es mala consejera cuando se le aprisiona con insensibilidad, porque cuando se libera lo hace con más fuerza de la que la oprime. Chile, Estados Unidos y Brasil son hoy el mejor ejemplo de ello. Por nuestra parte, los antorchistas decimos a la sociedad oaxaqueña, que es necesario exigir a las autoridades la atención de nuestras legítimas demandas, mediante los causes legales, pero con la firmeza y la fuerza necesarias para que si no nos escuchan, empecemos a formar la estructura política que lleve al poder a líderes más comprometidos con sus gobernados; a los policías de la ciudad de Oaxaca que también son pueblo humilde y que hoy denuncian contagio masivo por falta de insumos, les decimos que 65 mil oaxaqueños se solidarizan con sus demandas y exigencias; y a mis compañeros antorchistas, les recuerdo que es necesario estar listos para el llamado de nuestra organización a exigir la solución que las autoridades les han negado en esta pandemia, a pesar de las peticiones, gestiones y reiterados llamados de sus activistas y dirigentes de todas las regiones del estado. Evitemos juntos que Oaxaca pierda el rumbo de la legalidad y conduzcámoslo por el verdadero progreso, aquel que asegure bienestar y seguridad para todos.

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