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La columna | Que no le digan… | Pobres ricos | Por Mario A. Medina

Por Mario A. Medina

Tan luego de que Andrés Manuel López Obrador, después de su triunfo del domingo 1 de julio, reiteró su compromiso de hacer recortes salariales a funcionarios gubernamentales de primer nivel, el pánico rondó por todas las dependencias federales del país.

“¿Qué vamos hacer con la mitad de nuestro salario?, era la pregunta común que se hacen todos aquellos que en los últimos sexenios han comido con manteca, que han “turisteado” dentro y fuera de México gracias a su salario o con viáticos del erario público, que se dieron buenos lujos gracias a esas percepciones insultantes frente a lo que ganan otros empleados de niveles más bajos.

En estos últimos días escuché de manera directa o por pláticas de amigos y familiares del miedo  que tienen empleados “VIP”; lloriquean que se van a quedar pobres.

Me platican que en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en los más altos niveles del Poder Judicial el sol no los calienta. López Obrador es maldecido, como también lo son los más de 30 millones de personas que votaron por él. Dicen que ellos son los responsable de su desgracia

Algún ministro llegó a comentar que no podía imaginarse qué va hacer con la mitad de su salario  mensual. Gana 269 mil pesos, más prestaciones y estímulos, más 554 mil  pesos, por “posibles daños por la complejidad de sus funciones”.

Otros funcionarios del poder judicial con salarios menores pero que perciben alrededor los 150 mil pesos, echan maldiciones, pues aseguran que no van a poder vivir con la mitad.

Un director general de una Secretaria de Estado lamentaba, en caso de ser ratificado en el cargo -según él observa dicha posibilidad-, sólo percibiría la mitad, es decir, 70 mil pesos mensuales: “¿Qué voy a hacer, si 50 mil pesos al mes los destino para la colegiatura de dos de mis hijos que van al ITAM?, le comentó a un compañero reportero que me platicó la escena –dramática por cierto-, cuando ese funcionario le dijo: “Solo me quedarían 20 mil pesos, y esto no es justo”, reclamaba.

Alguien más me relató otra historia que califiqué de “cinismo puro”. Aquel funcionario mentaba madres contra Andrés Manuel porque no era posible que su salario pudiera quedar por debajo de los 100 mil pesos, según sus cálculos. “¿De dónde vamos a pagar colegiaturas, choferes, al personal de servicio de la casa?”, sollozaba cual plañidera.

Pero me dicen que fue más allá cuando comentó, en solidaridad con “afectados” igual que él -funcionarios de su mismo nivel de percepción-, van a ser los más perjudicados, no así, según le dijo, “los que ganan por debajo de los 20 o 30 mil pesos. “Ya están acostumbrados a ganar poco, a vivir así”.

Quienes han sido privilegiados con altísimos salarios argumentan un sinfín de cosas para justificar sus percepciones. El ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Luis María Aguilar Morales, afirmó en declaraciones de prensa: “no son privilegios, sino condiciones que garantizan la autonomía e independencia de los magistrados y jueces”.

¿Entonces quiere decir que sí su salario fuera menor, los ministros, magistrados y demás empleados de alto rango de la Corte, no serían independientes; serían unos corruptos, y sólo pagándoles salarios altos podemos estar seguros que no se prestarían a los famosos cochupos? Cinismo puro.

Estoy convencido que se debe pagar los justo a cada quien según sus capacidades y responsabilidades, sí, pero no es posible que se paguen este tipo de salarios a un puñado, cuando otros ganan 4 o 6 mil pesos; 10 o 20 mil pesos, cuando muchos, incluso, tienen licenciaturas.

El nivel de responsabilidad es distinto, desde luego, pero es penosa la disparidad que existe entre un nivel salarial y muchos otros por de abajo; cuando además esos funcionarios tienen derecho al pago de celulares, gasolina, comidas en restaurantes de primera, bonos, amén de tener en la nómina a familiares y amigos como empleados personales.

Sí debe de ser lamentable para todos ellos saber que tendrán que dejar de comer con manteca, que a sus hijos los tendrán que inscribir en escuelas públicas, viajar en el Metro, Metrobús, en tren Suburbano o en el “guajolotero”, pagar la factura de su celular, costear de su bolsillo al personal del servicio doméstico de su casa.

Sí, debe de ser muy lamentable, triste, inimaginable, patético, que vas a pasar a ser un pobre rico.

Que no le cuenten…

Igual en los últimos días he escuchado versiones de que detrás de Andrés Manuel López Obrador está Carlos Salinas de Gortari. Que el siniestro ex presidente de la República es el titiritero del virtual Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador. Esta es una de las versiones que he escuchado de algunos periodistas.

En contraste, en una entrevista en el noticiero que conduce en Hermosillo, Sonora, Luis Alberto Medina, en Proyecto Puente, el ex perredista y ex embajador de México en Cuba, Ricardo Pascoe Pierce, en el gobierno de Vicente Fox Quesada, aseguró que detrás de Andrés Manuel está el ex presidente Ernesto Zedillo Ponce de León; qué es él quien maneja realmente a Morena.

De qué tamaño es el rencor de estos que divulgan este tipo de información para tratar de hacer menos a quien encabezará la Presidencia de la República en los próximos seis años.

Los que se ven chiquitos son ellos.

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