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Hora de desaparecer ‘elefantes blancos’ y los recursos destinarlos a salud y trabajo.

Opinión por Rosy Ramales

El Congreso de la Unión y los Congresos Locales deberían ajustar la estructura burocrática y desaparecer elefantes blancospara que los recursos económicos sean canalizados a garantizar fundamentalmente salud, alimentación y trabajo.

Porque la solución para enfrentar la pandemia del coronavirus y sus desastrosos efectos, no está en forzar al sector productivo y comercial a cumplir con obligaciones fiscales y laborales sin ingresos debido al cierre para que la gente se quede en casa.

Tampoco es la solución la “toma” de hospitales privados por parte del Gobierno Federal, a falta de la infraestructura adecuada y suficiente de la administración pública, lo cual es responsabilidad de la Presidencia de la República y de los gobernadores de los estados.

Con acciones de tal naturaleza, el gobierno encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador solo confirma que el Estado de Derecho siempre le ha valido cero a la izquierda, con la complacencia de los dos poderes que deberían ser el contrapeso: El Legislativo y el Judicial.

De no implementar medidas que garanticen la salud, la actividad económica y, en consecuencia el trabajo y la alimentación, de todos los habitantes de México, nuestro país entrará en una crisis de grandes dimensiones.

La desgracia es caldo de cultivo para un estallido social donde participen no solamente los más pobres, sino la clase media de manera fundamental.

Recuerden que en la historia del país la clase media ha sido el motor de las sublevaciones; es la que ha levantado a las masas. No ha sido al revés. Guardando las comparaciones, el más reciente ejemplo fue el hartazgo masivo reflejado en las urnas electorales en 2018 motivado por quien entonces era un líder (no de clase baja).

AMLO movió a los más pobres, a la clase media y hasta fifís a su favor; ahora puede ser a la inversa. Aunque él haya dicho que vivimos una “crisis transitoria, no una debacle económica”, y agregó que “no nos van a cambiar, vamos a salir fortalecidos en nuestro propósito de acabar con la corrupción y de que haya justicia… o sea, que nos vino esto como anillo al dedo para afianzar el propósito de la transformación”.

Ups. ¡Cómo anillo al dedo! Quien sabe que quiso decir exactamente el presidente. Eso sí, sería inaudito, peligroso, que un Jefe de Estado se alegre de la desgracia.

Esperemos los anuncios de este fin de semana.

Por lo pronto, habría que llamar la atención en algo que sí pueden hacer el Congreso de la Unión y los Congresos Locales: Ajustar la estructura burocrática y desaparecer elefantes blancospara destinar los recursos a enfrentar la pandemia y sus efectos.

Por ejemplo:

La pandemia ha puesto en evidencia que en la Secretaría de Salud salen de sobra algunos funcionarios: Siempre ha dado la cara el Subsecretario Hugo López-Gatell, en vez del Secretario, Jorge Alcocer Varela; entonces que desaparezca la subsecretaría y que López-Gatelle asuma la titularidad de la dependencia.

Y así, en cada dependencia de la administración pública federal y de las entidades federativas reducir la estructura burocrática, sobre todo de mandos medios y altos, pues al final de cuentas la chamba la saca la gente operativa.

Urge al mismo tiempo desaparecer ‘elefantes blancos’ (cuya extinción se ha planteado pero se ha frenado debido a intereses políticos) como los siguientes:

El Consejo de la Judicatura Federal, bastaría con una Sala que lleve a cabo las funciones relativas. Incluso, siendo candidato López Obrador así lo planteó en su Proyecto de Nación, pues dicho consejo resulta altamente costoso al pueblo de México.

Lo mismo ocurre en las entidades federativas con el respectivo Consejo de la Judicatura, donde cada miembro gana lo mismo que un magistrado.

Los Tribunales Administrativos, federal y locales; generan más gasto, que la función efectiva que realizan. En varios de los casos han servido solamente para colocar “cuotas” y “cuates”. Y en nada han ayudado como eslabón en el Sistema Anticorrupción. Bastaría con una Sala en la materia del Poder Judicial.

Los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLES), creados en la reforma de 2014, la cual también dotó de atribuciones especiales al Instituto Nacional Electoral, mediante las cuales éste ha demostrado su eficacia en organizar elecciones locales; además la ciudadanía tiene más confianza en el INE.

Aunque en las circunstancias actuales también es un riesgo la desaparición de los OPLES, pues la llamada “Cuarta Transformación” y aliados tienden al control de los órganos autónomos. Pero la permanencia de los OPLES tampoco garantiza elecciones limpias, porque si el partido en el gobierno se apodera del INE también lo hará con los Organismos Públicos Locales.

Cualquier reforma en tal sentido deberá hacerse a la de ya, porque el plazo vence a finales del próximo.

Igual para la desaparición o por lo menos reducción de los legisladores plurinominales tanto del Congreso de la Unión como de los Congresos Locales; hay un exceso de representación política onerosa e inútil.

En fin, pulula la estructura burocrática ociosa tanto en dependencias federales como locales, así como en organismos autónomos. Los señalados solamente son algunos ejemplos. Es hora de desaparecerlos o ajustarlos, porque el dinero hace falta para prioridades como la salud, el trabajo y la alimentación del pueblo mexicano.

La mayoría de las y los mexicanos están verdaderamente hartos de contribuir para mantener estructuras ociosas

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