A la luz de los últimos acontecimientos de desestabilización en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) cobran plena vigencia la reflexión que compartimos
durante la presentación del libro ‘Reinventando la Política’ de Marcelino Miranda Añorve.
El pasado jueves 8 de septiembre, en la Biblioteca Francisco de Burgoa del Centro Cultural Santo Domingo, en nuestra calidad de egresados de la Máxima Casa de Estudios de Oaxaca exigimos al rector Eduardo Bautista salvar a la UABJO, Alma Mater de los oaxaqueños.
Más que oportuno es relanzar la provocadora pregunta: ¿En qué momento, cuándo, cómo y por qué Oaxaca y México todo perdió el sano y positivo rumbo del crecimiento económico, del desarrollo material y del progreso espiritual?
La respuesta es simple sin ser simplista: Cuando por cobardía o complicidad permitimos, pueblo y gobierno, que se destruyera, primeramente la educación media superior y superior, al entregar las universidades públicas a la guerrilla, al porrismo y actualmente al narcomenudismo.
En última instancia, cuando permitimos, pueblo y gobierno, que la corrupción rampante de los rectores privatizara la educación pública, laica y gratuita, al traficar con la venta de las fichas de ingreso a las facultades, escuelas e institutos universitarios.
Cuando permitimos, asimismo, pueblo y gobierno, la prostitución del sindicalismo y de los catedráticos de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca con la venta de calificaciones, con dinero o botellas de alcohol o bien, a través del acoso, no sólo femenino, sino incluso masculino.
Mucho daño ha hecho en este sentido, la llamada Familia Real del ex rector Abraham Martínez Alavez, quien impuso a su hijo Eduardo Martínez Helmes como rector en la pasada administración. Ambos mantienen secuestrada a la UABJO en beneficio personal.
Pero también, cuando permitimos por cobardía o complicidad la destrucción de la educación básica, preescolar, primaria y secundaria, al erigirse la Sección XXII de la CNTE de manera más que aberrante en patrón y sindicato.
Puntualizamos que tenemos, a querer o no, guste o no, un Estado fallido federal y localmente, porque estamos fallando como personas, como ciudadanos, como familia y como sociedad.
La corrupción corrompió a los corruptos. Hoy, los gobernantes, servidores públicos y la mayoría de los políticos, salvo cada vez menos honrosas excepciones, saquean los recursos públicos sin límites ni llenadera alguna.
Y, lo peor, de todo es que estos saqueadores del dinero del pueblo tienen garantizada la impunidad total porque la legislación actual así lo permite al no tipificar como delito grave el peculado, además que no se aplica la extinción de dominio en su contra, gracias a sus amplísimas redes de complicidad.
Aquí radica la trascendencia histórica de reinventar la política, pero sobre todo de reconstruirla para construir ciudadanía informada, consciente, responsable, para ser libre de pensamiento y acción, dispuesta a defender su vida, libertad y dignidad hasta con la vida, si es necesario.
La piedra angular para reinventar y reconstruir la política es, a nuestro juicio, salvo su mejor opinión, queridos lectores, terminar con la corrupción e impunidad en México y Oaxaca. Si no sumamos la acción a la palabra ésta deja de tener sentido de vida.
Y es así porque permitimos por complicidad o cobardía que, lamentable y dolorosamente, la anarquía, es decir, la violación continúa y permanente del Estado de Derecho y de las leyes que de éste emanan, se convirtiera en la principal fuente de riqueza mal habida en el país, desde los más altos niveles de los diversos órdenes de gobierno y desde las cúpulas que manipulan a la partidocracia.
Así, también, desde las cúpulas de los empresarios de la iniciativa privada, amigos, compadres, socios y cómplices finalmente de los gobernantes, políticos y servidores públicos corruptos.
En un escenario terriblemente catastrófico como el que vive México todo, pero de manera especial el que flagela a Oaxaca, la Nueva Antequera, la Gran Señora del Sur, nunca como ahora es más que oportuno buscar salidas a la crisis, a través de la luz del conocimiento.