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DETRÁS DE LA NOTICIA: ¿Qué se comieron Mafud y Rubén? ¿A quién estorban?

Opinión por Alfredo Martínez

Dicho está, Oaxaca es tierra de eternas contradicciones. Ignorancia escolarizada traducida en amplio analfabetismo, sabiduría e inteligencia. Pobreza extrema, miseria e insultante riqueza.

Datos duros de cifras negras revelan extraoficialmente que cien familias son dueñas de la enorme riqueza de Oaxaca. La mayoría pertenecen a la vallistocracia con tentáculos en las ocho regiones.

Saben que la corrupción es la columna vertebral del sistema político mexicano. Acrecientan sus fortunas como amigos, compadres, socios, amantes y cómplices de los gobernantes en turno.

Muchos de ellos han encontrado en esas relaciones perversas y pervertidas total impunidad. No importa que se dediquen familiarmente a lavar dinero del crimen organizado y del narcotráfico.

Los despachos de fiscalistas cómplices de ex secretarios de Hacienda como Pedro Aspe financian campañas y recuperan sus inversiones vía el outsourcing en el Gobierno del Estados y municipales.

La división y enfrentamiento cotidianos privilegia como principal estrategia la traición, incluso, entre hermanos. Oaxaca, es la moderna versión bíblica del asesinato de Abel por su hermano Caín.

Altamente positiva resulta la reunión de SEGEGO, FISCALÍA, y SSPO con el Comisariado de Bienes Comunales y Comisión de Ciudadanos de Santa María Ecatepec realizada en la fecha solicitada.

Con sobrada razón aprendimos en la maestría con el genial politólogo español Josep Maria Reniu Vilamala la mejor y peor definición de política: Es la permanente historia de las traiciones.

Nada de extraño tiene en este sentido que Joaquín Rodríguez Palacios rompa lanzas contra su amigo-hermano y ex jefe de toda su vida como servidor público, Héctor Anuar Mafud Mafud.

Importante es escudriñar los vericuetos políticos para identificar la mano negra que mece la cuna de la campaña contra el, por tercera ocasión, Secretario General de Gobierno de Oaxaca.

Joaquín, hombre de confianza de Anuar está consciente que no le alcanza para mover el tapete a Mafud con la ilusión de ser su sucesor. Es un exitoso operador político con maletas de dinero.

En su fuero interno, Joaquín sabe que es simple instrumento de oscuros y mezquinos intereses a los que estorba Héctor Anuar Mafud, quien ha hecho de la política libros de cuenta y poesía.

En la misma tesitura se encuentra el Fiscal General del Estado, Rubén Vasconcelos Méndez, a quien le mueven el tapete un día sí y, otro también, desde la Agencia Estatal de Investigaciones.

Pero lo más preocupante para el representante de la sociedad, a través de la institución del Ministerio Público es que en la Fiscalía General del Estado enfrenta a enemigos y traidores.

Son inocultables las diferencias del titular de la AEI, José Antonio Iglesias Arreola, y del Fiscal Especializado en Combate a la Corrupción, Jorge Emilio Iruegas Álvarez, con el Fiscal General.

Preocupante situación para ambos funcionarios porque Joaquín Rodríguez tiene el fierro de Pepe Murat, de Ulises Ruiz y de Gabino Cué; Toño está ligado a Pepe y Jorge Emilio a Pepe y Gabino.

En medio de ese escenario ampliamente conocido de manera pública obligado es preguntar qué se comieron Héctor Anuar Mafud y Rubén Vasconcelos Méndez? ¿A quién o quiénes estorban?

Y ya entrados en preguntas, bien vale la pena airear públicamente las interrogantes, qué intereses han afectado y qué callos han pisado el Secretario de Gobierno y el Fiscal General del Estado.

Héctor Anuar Mafud y Rubén Vasconcelos Méndez son responsables de áreas neurálgicas por estratégicas. La Secretaría General de Gobierno y la Fiscalía General son ambicionadas por todos.

Con todo y el regateo de recursos por el Congreso y Finanzas ambos espacios políticos manejan cuantiosos recursos por su gran estructura administrativa, claro, con diferencias sustanciales.

A pesar del desmantelamiento de la Secretaría de Gobierno por el perverso senador del Partido del Trabajo, Benjamín Robles, tradicionalmente es la que negocia con los grupos de presión.

En otras palabras, el responsable de la política interior es una especie de Santa Claus que, entre otras acciones, está dedicado a acordar la entrega de dinero para garantizar la gobernabilidad.

Se imagina usted, querido lector, qué cantidad multimillonaria debe pactar Héctor Anuar Mafud todos los años con los dirigentes de las 800 organizaciones sociales que lucran con la pobreza.

En un ejercicio aritmético supongamos, salvo su mejor opinión, que si autorizara un millón de pesos a cada uno de los dirigentes de los grupos que chantajean al gobierno serían 800 millones.

Desde luego que, en realidad, es muy probable que está cantidad sea ampliamente superada. Los dirigentes de la Sección XXII de la CNTE, por ejemplo, jamás aceptarían un solo millón de pesos.

Y así podemos hacer el recuento de un sinnúmero de organizaciones sociales, especialmente de las más radicales, como el Frente Popular Revolucionario (FPR), brazo político de grupos armados.

O Comuna dirigido por don Flavio Sosa Villavicencio apoyado en sus presiones y chantajes al gobierno de Oaxaca por el sacerdote guerrillero Romualdo, Francisco, Wilfrido Mayrén Peláez.

En cambio, si fuera corrupto que, probadamente, no lo es, el Fiscal del Estado podría recibir carretadas de dinero del crimen organizado y del narcotráfico por hacerse de la vista gorda.

Uno de los graves problemas es que, si Rubén Vasconcelos Méndez no acepta corromperse, seguramente la tentación del dinero vencerá a algunos de sus colaboradores y ellos sí lo harán.

Y si los fiscales especializados y vicefiscales en esta capital y las ocho regiones del Estado no lo hacen, situación imposible de creer, seguramente lo harán los jefes y comandantes de la AEI.

Y si no lo hacen los jefes y comandantes de la policía ministerial, seguramente lo harán los mandos de la Secretaría de Seguridad Pública como probablemente lo hacen jueces y magistrados.

Poner el dedo en la purulenta llaga de la corrupción en seguridad pública, administración y procuración de justicia, de ninguna manera, es descubrir el agua tibia, es un secreto a voces.

Pero no por ser un grave problema ampliamente conocido debemos aceptarlo y permitirlo porque ello ha traído consigo la creciente descomposición social por la inseguridad y brutal violencia.

La razón es muy simple y sencilla, a los jefes de las bandas del crimen organizado y a los capos de los cárteles del narcotráfico que operan en Oaxaca les urge contar con impunidad para operar.

Quizás en este aspecto radique el origen de la creciente embestida contra el Fiscal General del Estado al que se golpea frecuentemente, sobre todo, en las redes sociales y portales digitales.

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