Por Alfredo Martínez de Aguilar
Los cárteles han traspasado la frontera de la cada vez más brutal violencia interna con
descuartizamientos a los actos de abierto terrorismo contra la población civil, tipificados como
delitos de lesa humanidad
* Con estas salvajes acciones han abierto las puertas a la cada vez mayor injerencia de las
agencias de seguridad nacional del Gobierno de los Estados Unidos y a ser incluidos en el combate
al terrorismo global.
(A los familiares y amigos de nuestro compañero, amigo y hermano periodista, Carlos Leyva
Castellanos, por su fallecimiento. Un abrazo fraterno y solidario en estos momentos difíciles.
Descanse en paz)
Los capos de los diferentes cárteles del narcotráfico en México, especialmente el de Sinaloa, fundado
por El Chapo y dirigido actualmente por sus hijos, incurren en un grave error geopolítico estratégico.
Han traspasado la frontera de la cada vez más brutal violencia intramuros con descuartizamientos a
los actos de abierto terrorismo contra la población civil, tipificados como delitos de lesa humanidad.
Durante el “Culiacanazo” por la primera detención de Ovidio Guzmán, el 17 de octubre de 2019, el
Cartel de Sinaloa atacó a la población civil e incendiaron vehículos con los que bloquearon la ciudad.
El “Jueves Negro” mujeres de todas las edades, niños, estudiantes y familias enteras tuvieron que
refugiarse en oficinas, colegios, plazas, restaurantes y casas ajenas presas del miedo y el desconcierto.
Por la recaptura de Ovidio a cuatro días de la visita del presidente Joe Biden de EU, el Cartel de Sinaloa
otra vez atacó a la población civil en varias ciudades y balearon un avión de Aeroméxico y de la
Fuerza Aérea.
Con estas salvajes acciones han abierto las puertas a la cada vez mayor injerencia de las agencias de
seguridad del Gobierno de los Estados Unidos y a ser incluidos en el combate al terrorismo global.
Los capos y sus asesores políticos y financieros tienen una mala lectura del enorme poder que
detentan: el Imperio jamás permitirá que se conviertan en una amenaza para su seguridad nacional.
Este grave error geopolítico estratégico justifica la encubierta intervención de la DEA, entre otras
agencias de seguridad norteamericanas, en el combate y detención de los capos del narco en México.
Bajo la defensa de los intereses de seguridad nacional del Gobierno de los Estados Unidos en México,
nada de extraño tiene que en la detención de Ovidio Guzmán seguramente participara la DEA.
Sin embargo, por más millones de dólares que tengan los capos mexicanos, manejan centavos frente
a los estadounidenses. Los verdaderos capos están en EU, sobre todo en el Gobierno y el Congreso.
Hace 10 años, de cada dólar producido por el mercado de la cocaína introducida desde México a EU,
10 centavos se quedaban en México y 90 centavos en EU; y Wall Street se encarga de lavar ese dinero.
Después, “honorables” hombres de negocios invierten ese dinero en otros países, incluyendo al
propio vecino del sur, al considerar históricamente a México su patio trasero y riesgo terrorista.
Tras la recaptura de Ovidio Guzmán, después de ordenar ser liberado por el presidente Andrés
Manuel López Obrador, seguramente sobrevendrá la detención de otros grandes capos con apoyo de
la DEA.
El enorme poder corrupto y corruptor del narcotráfico no alcanza a garantizar a los capos impunidad
eterna, no han terminado de entender que pagan las consecuencias de dos graves errores históricos.
Los capos del narcotráfico de ayer y de hoy no han entendido que, al hacerse cómplices en México
de gobernantes, políticos y empresarios, con genial perversidad, estos les aplican la política Kleenex.
Al igual que los pañuelos, papel higiénico, toallas y pañales, Kleenex les convierten en productos
desechables, usándoles para financiar sus campañas y, después, deteniéndoles y entregándoles a EU.
A partir de la ejecución de Manuel Buendía por la Dirección Federal de Seguridad (DFS), cómplice y
protectora del crimen organizado y del narcotráfico, estos son utilizados para asesinar periodistas.
Como responsables del asesinato de Buendía se señaló al expresidente Miguel de la Madrid, a Manuel
Bartlett, secretario de Gobernación, y al director de la DFS, José Antonio Zorrilla, quien estuvo preso.
Al primer gran error histórico del narcotráfico en México al aliarse con gobernantes, políticos y
Empresarios lavadores de dinero sucio, se sumó otro grave error al asesinar a esposas e hijos.
Al ordenar asesinar a la esposa e hijos de “El Güero” Palma, los hermanos Benjamín y Ramón Arellano
Félix, rompieron para siempre la regla de oro de no meterse con la familia y menos con los hijos.
El venezolano Rafael Clavel Moreno enamoró a tal grado a Guadalupe Leija que la convenció de
abandonar a “El Güero” Palma, junto con sus hijos Héctor y Nataly, para huir a Estados Unidos.
Convertida en su amante, Clavel Moreno asesinó en San Francisco a Guadalupe y le robó 2 millones
de dólares, la decapitó y, en una caja metálica refrigerada, envió su cabeza a “El Güero” Palma.
A las dos semanas del asesinato de Guadalupe, Rafael se llevó a los hijos del capo, de cuatro y cinco
años de edad, a Venezuela, donde los arrojó desde el puente de la Concordia, muriendo tras caer
150 metros.
alfredo_daguilar@hotmail.com director@revista-mujeres.com
@efektoaguila