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DETRÁS DE LA NOTICIA: Guelaguetza es gratitud y reciprocidad solidaria

#Opinión por Alfredo Martínez de Aguilar

  • A los indígenas se nos enseña desde la carga genética de nuestros padres, incluso antes de nacer, que a diferencia de la cosmovisión occidental, la nuestra está fincada en el respeto y en el servicio.

Recupera la concepción de la democracia directa, a través de la unanimidad o de la mayoría indiscutible en sus asambleas comunitarias. Criticada, ciertamente, por la exclusión de las mujeres.

Construye ciudadanía auténticamente participativa de manera permanente en una doble vertiente: cívica y religiosa, que inicia como topil con la mayoría de edad y como acólito en el templo.

En estricto sentido, la cosmovisión indígena jamás busca el lucro económico como lo hace, en cambio, la cultura mestiza occidental. Por el contrario, basa su economía comunitaria en el trueque.

A la luz de esta formación integral somos educados, por tanto, para ser productivos. Primeramente, para autoconsumo y, luego para intercambiar los excedentes y satisfacer nuestras necesidades.

Pero, además, los pueblos indígenas que todavía respetan su cultura al interior de sus comunidades, no necesitan dinero occidental para cubrir los requerimientos que demanda su vida familiar.

Ello no significa de ninguna manera que promuevan la exclusión o el aislacionismo del resto del mundo global ni de la obtención y uso del dinero occidental, como lo prueba la utilización de la tecnología.

Sintetizada a grades pinceladas la escala de valores de la cosmovisión indígena se hace entendible por qué es el único valladar contra el resurgimiento del capitalismo salvaje en la globalización.

También es la mayor barrera al socialismo y comunismo marxista-leninista ortodoxo o revisionista; de ahí que hábil y perversamente los activistas y milicianos magisteriales les manipulen con mentiras.

Asimismo, se clarifica diáfanamente por qué el interés de destruir la cultura indígena por gobiernos, partidos y grupos de presión y chantaje vendepatrias, cómplices de intereses internacionales.

Indispensable es compartir estas reflexiones en el marco de las Fiestas de la Guelaguetza y la tergiversación mercantil de su significado o su perversión político-ideológica por la Sección XXII de la CNTE.

Otra manifestación más de incongruencia magisterial al condenar el negocio empresarial de la Guelaguetza, mientras ellos llevan al extremo la manipulación político-ideológica en su presentación popular.

Con el pretexto de envolverse en la bandera del internacionalismo socialista y comunista para presentarse ante el pueblo como revolucionarios imponen himnos y demás parafernalia ajena a nuestra identidad nacional.

Ambas acciones de lucro económico y político son, por supuesto criticables, toda vez que atentan abiertamente contra la auténtica cultura indígena de los grupos étnicos oaxaqueños, lo que obliga a exigir ser respetados.

Es, también, oportunidad invaluable para hacer una reconsideración que rescate la autenticidad de las tradiciones y costumbres de nuestros pueblos originarios durante su presentación en Los Lunes del Cerro.

Los gobiernos, partidos y grupos de presión y chantaje en turno en sus diversos órdenes deben terminar de entender que el pueblo está harto que se siga utilizando a los indígenas como instrumentos de sus perversos fines.

La reedición de la revuelta del 2006 por los mismos grupos de presión y chantaje es, asimismo, una severa llamada de atención a los empresarios oaxaqueños para que cambien de actitud egoísta y se organicen.

Sólo la unión podrá hacer frente con menores riesgos a los ataques de los enemigos de la vida, la libertad y la dignidad humanas. Los empresarios jamás deben olvidar que son quienes más tienen que perder.

En especial, los empresarios dedicados a la industria turística están doblemente obligados a cuidar la gallina de los huevos de oro y para conseguirlo no hay otra que cambiar de actitud con imaginación y creatividad.

De manera particular deben cambiar su actitud para con sus trabajadores que son el mayor activo de sus empresas y quienes generan la riqueza de la que se apropian los empresarios. Urge mayor capacitación profesional.

Jamás será válido el pretexto de la frecuente rotación de personal, después que se invierte en su capacitación, porque los trabajadores no abandonan sus centros de trabajo si se les paga un salario digno y decoroso y se les respeta.

Los indígenas mexicanos en general y de manera particular los oaxaqueños deben dejar de ser simples actores en espectáculos político-culturales o, lo peor, ser carne de cañón de quienes buscan tomar por asalto el poder.

El significado real, claro y concreto de la Guelaguetza es simple y sencillamente el de la máxima institución de gratitud y reciprocidad solidaria. Es una acción de apoyo mutuo cuando éste se requiere.

Es un acto de estricta justicia: dar para recibir. en función de tus posibilidades y necesidades. Es, también, una lección permanente de inteligencia, humildad y sencillez. Esta es la grandeza de la cultura indígena.

Nadie puede vivir aislado de los demás seres humanos, salvo casos excepcionales de los ermitaños, anacoretas o ascetas ni menos resolver sus problemas por sí solo por más recursos con que cuente.

Educado en la gratitud de la cosmovisión indígena las Fiestas de la Guelaguetza son ocasión más que propicia para agradecer en todo lo que vale el apoyo solidario de mis compañeros periodistas locales y nacionales ante las amenazas por nuestro trabajo periodístico.

A Rafael Cano Franco, presidente del Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores y demás integrantes, al presidente de la Asociación Mexicana de Editores de Periódicos, Gonzalo Leaño Reyes, y demás miembros.

A mis colegas y amigos del Foro, Capítulo Oaxaca, Humberto Cruz Matías, María de los Ángeles Fernández, Edgar Leyva Mendoza, Alfredo Arenas Casas,  y de la Asociación de Periodistas de Oaxaca (APO), Wilfrido López Torres y Juan López Bohórquez.

A mis amigos de la vieja guardia del periodismo oaxaqueño Pedro Piñón Rustrián, Felipe Sánchez Jiménez, Juan Pérez Audelo, así como a María de los Ángeles Nivón. A los hermanos Alfonso y Fernando Cruz López, Carolina Espina, Óscar Rodríguez, Rocío Aragón, Faustino Romo, Camilo Enríquez, Rey David Ávila López, entre otros muchos. ¡Que Dios les bendiga!

A la Fiscalía General del Estado, a la Procuraduría General de la República, a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, a la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca y a diversos organismos internacionales defensores de la libertad de expresión y los derechos humanos.

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