Opinión de Alfredo Martínez de Aguilar
* La genial periodista Lourdes Mendoza, armada de su pluma como lanza y de la verdad como escudo exhibe la mierdez y miseria humana de Emilio Lozoya Austin, exdirector de Pemex.
* El 19 de agosto de 2020, el criminal confeso Emilio Lozoya declaró oficialmente contra 17 personas para salvarse. Después de 4 años, se desdijo y confesó mentir a AMLO y a la FGR.
Una de las mayores y peores consecuencias de la grave y creciente descomposición social y política de México y de los mexicanos es la dictadura de la mentira, el engaño y la hipocresía.
El mayor problema de fondo es que la inicial doble moral de la clase política gobernante se ha hecho extensivo a todos los sectores sociales y económicos con un condenable doble discurso.
Al rasgarse las vestiduras se pone el grito en el cielo, se sataniza y lincha política y mediáticamente a quienes se considera enemigos, mientras se purifica y garantiza total impunidad a los cómplices.
El denominador común y correa de transmisión es la criminal corrupción que pudre todo, a través de amplísimas redes de complicidad que aseguran impunidad a los probables responsables.
El más claro y concreto ejemplo es la escandalosa corrupción de Emilio Lozoya Austin en el caso Odebrecht con un monto triplemente mayor a la de la Estafa Maestra que lapidó a Peña Nieto.
Más de 9 millones de dólares en sobornos, adicionales a los 10.5 millones de dólares reconocidos por los ex directivos de Odebrecht, fueron transferidos a México a por lo menos 7 funcionarios.
Mexicanos Contra la Corrupción reveló que el edificio de la calle Rafael Verger 1814, en Monterrey, operaban una empresa vinculada a Odebrecht y empresas fantasma de la Estafa Maestra.
La genial periodista Lourdes Mendoza, armada de su pluma como lanza y de la verdad como escudo exhibe la mierdez y miseria humana de Emilio Lozoya Austin, exdirector de Pemex.
“Emilio es secuestrador de libertades, como la de Jorge Luis Lavalle; un estafador que robó seis años a Ricardo Anaya, y un asesino de vidas y reputaciones como las de Carlos Treviño y la mía”.
El 19 de agosto de 2020, el criminal confeso Emilio Lozoya declaró oficialmente contra 17 personas para salvarse. Después de 4 años, se desdijo y confesó mentir a López Obrador y a la FGR.
El ejemplo de corrupción en el gobierno de EPN aceptó, por fin, que su denuncia fue para salvarse de ir a la cárcel con un criterio de oportunidad, acuerdo reparatorio o suspensión del proceso.
Por el daño moral, Lourdes ganó la primera, segunda y tercera instancia, pues le negaron el amparo, y como se niega a acatar la sentencia del juez, el caso llegó a la Primera Sala de la SCJN.
Después, lo denunció penalmente por falsedad en declaraciones en 2022, luego de que FGR lo acusara a él y a su familia de ser los únicos beneficiarios del dinero del cochupo de Odebrecht.
Justo por esta denuncia penal Lozoya compareció ante un Ministerio Público del fuero común de la Fiscalía de la Ciudad de México y se desdijo de su declaración en la que acusó a 7 funcionarios.
“La Fiscalía CDMX no lo soltó y fue por la ratificación de esta bomba de escrito donde, por fin, Lozoya termina por derrumbarse y aceptar sus mentiras, eso sí, sin perder la soberbia”.
¿Qué va a decir el presidente AMLO cuando sepa que el autor de lo que él mismo calificó como una lectura obligada para el país no es más que un sociópata, un embaucador y un simulador?
¿Cómo se va a defender la Fiscalía de las demandas de responsabilidad patrimonial del Estado, siguiendo las jurisprudencias más recientes que la Corte ha emitido para sancionar la mala actuación del Ministerio Público?
¿El fiscal Gertz se va a quedar tranquilo con quienes le acercaron a Lozoya para construir un entramado que no fue más que pólvora mojada?, pregunta en su columna Sobremesa Lourdes Mendoza.
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