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El “candidato de la militancia” y el “candidato oficial” del PRI

CRÓNICA POLÍTICA: Oaxaca, un ejemplo del fracaso aliancista

Opinión por Rosy RAMALES

En el 2010, en Oaxaca ganó la gubernatura una coalición electoral conformada por los partidos Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD), del Trabajo (PT) y Convergencia, denominada “Unidos por la Paz y el Progreso”; fue un triunfo contundente, inobjetable e histórico.

Con tino la coalición postuló un candidato natural, carismático y de fuerza irrefrenable, que enamoró al electorado no solo por su carita de niño bueno, sino por su oferta: Nunca más un gobierno autoritario, ni corrupto, ni opaco; ofreció un gobierno democrático, de rendición de cuentas, honesto; donde no tendrían cabida los saqueadores del erario.

Ese candidato fue Gabino Cué Monteagudo; ex priista, pero con cierto perfil ciudadano.

Las condiciones políticas, sociales y electorales de aquél entonces favorecieron el triunfo de Cué y su coalición. Los oaxaqueños estaban hartos de más de 80 años de la hegemonía del PRI, de gobiernos autoritarios, de servidores públicos que salían con grandes fortunas, de libertades socavadas.

El movimiento del 2006 fue el anuncio de la derrota del PRI. El movimiento inició como una mera inconformidad de la Sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que instaló un plantón en el primer cuadro del Centro Histórico de la capital oaxaqueña en demanda de aumento salarial, rezonificación, plazas, libertad de “presos políticos”, etc.

Pero ante la negativa del entonces gobernador Ulises Ruiz Ortiz de ceder a las pretensiones económicas de líderes, el movimiento fue aprovechado por cuánto grupo político (incluidos priistas) y se convirtió en una masa amorfa con diversos y aviesos intereses, que dio nacimiento a la autodenominada Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO).

Nunca ningún pueblo dio su consentimiento para ser representado en la mal llamada APPO, que enarbolando la “lucha por la defensa del pueblo” sembró terror en la entidad, sobre todo en la capital oaxaqueña, la cual se convirtió en un campo minado con barricadas de fuego por donde sea.

Evidentemente, los “luchadores sociales” culparon al gobierno del priista Ulises Ruiz de la descomposición social en la entidad. Al paso del tiempo, el movimiento del 2006, amén de las legítimas demandas magisteriales, se reveló como una estrategia de quienes abonaban el campo electoral para sacar al PRI del gobierno.

Incluso, hasta priistas abonaron el campo. Los adversarios internos de Ulises Ruiz le jugaron las contras de modo tal que el entonces gran estratega electoral no pudo ni meter las manos, y el PRI perdió aplastantemente; Gabino Cué y su coalición “Por la Paz y el Progreso” se quedaron con la gubernatura por más de cien mil votos de diferencia.

Así, Cué y su alianza hicieron historia. Sería un gobierno de coalición (fáctica) y de la transición democrática. Ningún ciudadano de buena fe imaginó que el sexenio resultaría la página negra de la historia de Oaxaca.

Por gobierno de coalición entendieron el reparto de los puestos del gabinete legal y ampliado, entre el PRD, el PAN, el PT y Convergencia. Incluso, a los petistas Cué les creó la Secretaría del Trabajo apoyado en su “coalición legislativa”, integrada de facto por las fracciones parlamentarias de los partidos aliados.

Al PAN inicialmente le dio las secretarías de la Contraloría y Turismo; más adelante cedió a los panistas la de Desarrollo Agropecuario y la de Vialidad y Transporte. Al PRD transfirió las secretarías de Cultura y Desarrollo Social, y a los convergentes abrió espacio en la Secretaría de Seguridad Pública.

Además, también compartió la administración pública con poderes fácticos (aliados desde el movimiento del 2006 y en campaña); ah, y con sus colaboradores más cercanos como Jorge Castillo Díaz, de fugaz paso por el gabinete para encargarse luego de asuntos financieros de manera externa.

La paz prometida nunca llegó; tampoco el progreso.

La Sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) pronto rompió la alianza fáctica con Cué, y volvió a apoderarse de plazas, calles y carreteras. La gremial descargó su belicosidad sobre el gobierno de Gabino cuando éste dio el golpe de timón en materia educativa y le quitó el control sobre el presupuesto y la estructura educativa.

Cué defendía a capa y a espada a la Sección 22. Quien sabe que le encontró el Gobierno Federal, que sin chistar de pronto una mañana la policía tomó las instalaciones del Instituto Estatal de Educación Pública (IEEPO) y quitó el control administrativo a los maestros. Ocurrió casi al final del sexenio.

Durante el gobierno de Cué, Oaxaca padeció los estragos de las ambiciones coalicionistas. Algunos de sus mismos funcionarios le hicieron marchas y plantones, pero no en plan de servidores públicos, sino en su papel de “luchadores sociales” y de líderes de “organizaciones sociales” cuyas demandas no satisfacía la administración gabinista.

Ni a la mitad de su sexenio, empezaron a trascender los atracos al erario por parte de sus colaboradores. Y Cué ni se inmutaba. Pululaban las denuncias públicas por actos de corrupción en las Secretarías de Salud, de las Infraestructuras, de Turismo, de Administración y de Vialidad y Transporte, así como en el Seguro Popular, y Gabino ni estornudaba.

Incluso, Salomón Jara Cruz (hoy coordinador estatal de Morena)  fue denunciado por irregularidades en el manejo del presupuesto de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario. Pero la Contraloría lo exoneró.

Hoy hay cuatro ex secretarios en prisión (uno de ellos con medida cautelar): Dos de Finanzas, el de Salud y el de Vialidad y Transporte.

En fin, que ahora en que el PRD, el PAN y Movimiento Ciudadano (antes Convergencia) van en coalición nacional para las elecciones de Presidente de México con Ricardo Anaya como precandidato, y para los comicios de Senadores de la República y diputaciones federales, cabe preguntar: De ganar ¿harían lo mismo que en Oaxaca?

¿Su concepción de gobierno de coalición es también el mero reparto de las dependencias del gabinete legal y ampliado con el ánimo de hacer y deshacer?

Y como en Oaxaca habrá elecciones concurrentes de diputados locales y concejales a los ayuntamientos, ¿con qué cara panistas, perredistas y naranjas van a pedir el voto en la entidad donde su gobierno dejó la economía colapsada? No obstante, ya solicitaron ante el OPLE el registro de su coalición local “Por Oaxaca al Frente”.

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