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Crónica Política: «El último reducto sindical priista…¿viene el sindicalismo morenista?»

Opinión por Rosy Ramales

Con la renuncia de Carlos Romero Deschamps al frente del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) se cierra el capítulo de la historia del sindicalismo más retrógrado, corporativo y oscuro del país.

Un sindicalismo que por varios sexenios garantizó voto obrero al Partido Revolucionario Institucional (PRI), además de negocios a las cúpulas priistas al amparo sindical.

¡Se acabó tal sindicalismo!, salvo que el nuevo Gobierno Federal, el primero de izquierda en México, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, tenga el propósito de formar sus propios sindicatos y centrales obreras (símiles en operación electoral al STPRM, a la CTM y a la CROC).

Aunque por el momento parece que no, pues debe cumplir cabalmente con la reforma laboral, cuyas disposiciones impulsan la democracia sindical y la independencia del gobierno. Todo gracias a los instrumentos internacionales firmados por México y a las condiciones de Estados Unidos para la firma del Tratado de Libre Comercio.

La administración peñista y sus legisladores dejaron encarrilada la reforma laboral y por razones de tiempo a AMLO le tocó concretarla junto con el nuevo Congreso de la Unión, donde Morena tiene poder numérico, sobre todo en la Cámara de Diputados.

Amén de la obligatoriedad de México en materia sindical, el presidente López Obrador en campaña se comprometió a erradicar la corrupción incluso gremial. Ese es su reto.

Mmm… ¿ese compromiso incluye el no usar como brazos electorales a los sindicatos? Veremos.

Por lo pronto va de gane con la renuncia de Romero Deschamps, quien dirigió al referido sindicato petrolero por alrededor de 26 años. Vaya, no podía esperar que AMLO lo consintiera como lo hicieron los gobiernos priistas y los panistas.

¿Y con tal dimisión desmantela el último reducto del PRI?

Como sea, líderes como Romero Deschamps le hacen daño al sindicalismo y al país, no solamente porque convierten los sindicatos en brazos electorales, sino también porque venden las necesidades de los trabajadores y porque se enriquecen mediante esta maraña de intereses.

Quien sabe hasta dónde llegue la investigación que sobre Carlos ya realiza la Unidad de Inteligencia Financiera. Pero nada de extraño tendría que le atribuyan participación en la ordeña de los ductos de PEMEX, así como del hurto de pipas completas.

El “huachicoleo” a pequeña, mediana y gran escala no es nuevo. Cuentan que desde hace por lo menos cinco sexenios, de las mismas bases petroleras de PEMEX salían buques de combustible con destino desconocido, lo mismo que pipas de las propias refinerías.

Y todavía le metían mano a la caja de Petróleos Mexicanos. Imagínense, así como no se le ubicó al borde del colapso, poniendo en riesgo al país.

En fin, ya era hora de la renuncia de Romero Deschamps.

LOS SINDICATOS, LA OTRORA FUERZA DEL PRI

Los sindicatos constituyeron la columna vertebral del PRI durante la existencia omnímoda de este partido político en nuestro país.

Vía los líderes sindicales controlaban electoral y laboralmente a los trabajadores de los gremios más poderosos. Claro, los gremios adquirieron poder en la medida de la utilidad electiva generada a los partidos políticos. Vaya, eran masas de votos cautivos.

El más grande ejemplo de ello fue la otrora gloriosa Confederación de Trabajadores de México (CTM), que prácticamente se convirtió en el sector obrero del PRI.

Y ello sobre todo en la época de Fidel Velázquez, quien creció en las filas cetemistas y envejeció en las mismas como líder perpetuo. Imagínense dirigió la CTM por más de 40 años; casi la mitad de la existencia del PRI.

En la historia laboral se cuenta que cuando una persona solicitaba empleo en cualquier empresa o dependencia de gobierno de los tres niveles, para otorgárselo se les pedía primeramente afiliarse al Revolucionario Institucional; era un riguroso requisito de facto.

Así el partido político aseguraba votos y disciplina, y los líderes sindicales, por su parte, obtenían los réditos políticos más altos y todo tipo de privilegios.

Así, la CTM obtuvo las más altas cuotas en cargos de elección popular, partidistas dentro de la estructura del Revolucionario Institucional, y en la administración pública; en el orden federal, estatal y municipal.

Había senadores, diputados federales, gobernadores, diputados locales, presidentes municipales, secretarios de Estado, subsecretarios, directores y jefes de departamento, cetemistas, quienes, incluso, alcanzaron puestos de dirección priista.

Las cuotas de aquél poderosísimo sector obrero estaban fuera de todo regateo.

Por supuesto, el propio Fidel Velázquez llegó a ser dos veces Senador de la República.

Es el retrato del control sindical, mediante el cual se mataban muchos pájaros de una sola pedrada, pues al mismo tiempo el patrón salía ganando, ya fuera de la iniciativa privada o el mismo gobierno.

Tanto así que don Fidel Velázquez acuñó dos frases que prácticamente se convirtieron en reglas fácticas de indiscutible fama política: A balazos llegamos y los votos no nos sacarán y El que se mueve no sale en la foto.

La primera en alusión al avance de la oposición, y la segunda a la disciplina, por no decir sumisión, de los priistas a la cúpula del partido.

La Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), con Alberto Juárez Blancas por alrededor de 30 años, fue también sostén electoral del PRI y en reciprocidad, el partido y los gobiernos emanados de ésta otorgaron iguales cuotas en cargos y todo tipo de privilegios.

Alberto y Fidel fueron contemporáneos. Y la CROC y la CTM fueron parte vital del sindicalismo más retrógrado, corporativo y oscuro del país; ambos gremios garantizaron al PRI el voto obrero y todo tipo de negocios al amparo sindical, durante muchos sexenios.

Los trabajadores eran la “fuerza” del Revolucionario Institucional; una fuerza garantizada a punta del sometimiento; nadie podía tener un trabajo sin formar parte del partido y de los sindicatos cómplices.

Por eso cuando por los años ’80 empieza a crecer el sindicalismo democrático, empieza el declive del Revolucionario Institucional.

Francisco Hernández Juárez, como líder de los telefonistas, fue punta de lanza en el sindicalismo democrático. No se plegó al PRI; por el contrario.

En su larga trayectoria obrera, Hernández Juárez promovió la creación de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), organización que ha representado al movimiento sindical independiente y democrático en México.

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