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Crónica política: El gatopardismo del PRI

Por Rosy RAMALES

Leyendo el discurso de Claudia Ruiz Massieu basta para percatarse del enorme deseo de la cúpula nacional del PRI de mantenerse en la dirigencia mediante cualquiera de los suyos.

Es gatopardismo: Cambiar para que todo siga igual.

Veamos algunas de las frases de doña Claudia:

“Hace un año, cuando el Consejo Político Nacional () me eligió para servir a nuestro partido desde la Secretaría General, dije que la expresión () más valiosa del priismo no es la dirigencia, sino la militancia.”

 ¿La eligió? ¿O la impuso? En la dañina praxis priista, la impuso. Ahora si desde entonces se percató de la valía de la militancia, ¿por qué la ignoró durante las etapas neurálgicas del proceso electoral? Por eso parte de la militancia abandonó al PRI en las urnas electorales.

“Son las bases quienes nos mantienen en pie, incluso en nuestros momentos más desfavorables; y es sólo regresando a ellas que podremos levantarnos () y crear el nuevo consenso interno que nos permita recuperar la confianza de los mexicanos.”

Cierto, las bases, más allá de la militancia privilegiada compuesta de los hijos, amigos, compadres y querencias de las cúpulas nacional y estatales del PRI, que lo han convertido a punto de cadáver. Las bases deben decidir el destino del partido.

“Quiero expresar mi agradecimiento a las y los integrantes de la Comisión Política Permanente, quienes en representación del priismo del todo el país, hoy me permiten rendir protesta para servir a nuestro partido como Presidenta del Comité Ejecutivo Nacional.”

Ups. ¿Y quiénes integran dicha Comisión? Los mismos, entre ellos Emilio Gamboa Patrón, Manlio Fabio Beltrones, Ernesto Némer, Rubén Moreira, César Camacho Quiroz y Enrique Jackson, Enrique Ochoa Reza, Claudia Ruiz Massieu, Alfredo del Mazo Maza, gobernadores y Enrique Peña Nieto.

Es la nociva cúpula, ¿Representan al priismo de todos el país? Entonces, ¿la eligieron o la impusieron?

“Reconozco () a nuestra militancia, que con lealtad, con generosidad y compromiso, nos refrendó su apoyo en la elección más grande y competida de la historia.”

¿Qué militancia? El voto duro del PRI se cayó.

“El 2018 será recordado en la historia del PRI de una de dos maneras: como el año de nuestra gran debacle o como el año en que iniciamos nuestra gran reforma. Escribir el desenlace de este capítulo depende de todos nosotros.”

Pues seguro que será recordado como el año de la gran debacle; de la gran reforma, está por verse. Porque difícilmente podrán hacerla quienes hundieron al PRI. Levantarse solo podrá ser posible si la cúpula se hace a un lado. Quizá a este partido político le haga falta un sutnami interno que saque a toda la nociva “clase política” de élite.

“Para hacer cambios de fondo, también hay que cambiar las formas.”

Exacto. Y si lo sabe, entonces ¿por qué insisten en la simulación? Ella misma, su unción en la presidencia del Comité Nacional, no representa un cambio de fondo.

“Los resultados del 1 de julio no los podemos cambiar, pero lo que sí está en nuestras manos () es decidir cómo responderemos a esta nueva realidad.”

¿Y cómo? Ahí está el problema.

“La primera pregunta que todos los priistas debemos hacernos es si nos conformaremos con administrar la inercia de lo que tenemos, o nos atreveremos a conducir la reforma para lograr lo que queremos.”

La militancia y las bases (bueno, lo que queda de ellas) está listas y dispuestas; la cúpula es la que no se atreve, y es evidente su ánimo de convertirse en administradores de los despojos del partido con todo y el raquítico financiamiento público que ahora tendrá el PRI.

 Más o menos en ese contexto planteado por Claudia Ruiz Massieu plantea que el priismo emprenda “dos grandes procesos”.

“Primero, un diagnóstico franco, objetivo y autocrítico sobre las causas de nuestra derrota. Un diagnóstico que incluya una reflexión profunda del pasado proceso electoral, pero que vaya mucho más atrás en su análisis.”

¡Por favor! Las causas con evidentes: Pésimo desempeño del Gobierno Federal, abandono de las causas sociales, imposición de candidaturas de élite (hijos, amigos, compadres, cómplices y querencias), imposición de dirigentes en los Comités Nacionales y Estatales con personas sin experiencia siendo el más claro ejemplo Enrique Ochoa Reza.

“Las razones que nos apartaron de la confianza de la ciudadanía tienen sus orígenes en inercias, en actitudes y en formas de hacer política que venimos arrastrando no desde la pasada elección, sino desde la pasada generación”.

Totalmente cierto. ¿Entonces para qué más reflexión?

“A partir de esta reflexión, deberá detonarse un proceso de reforma, con una hoja de ruta clara, que no sólo enuncie lo que haremos, sino que defina cómo lo haremos.”

¿Y cómo hacer la reforma? Ahí está el otro gran dilema.

 “Sabemos () que nuestra militancia desea estar en primera línea () para respaldar al partido en esta etapa de cambio, pero no como espectador testimonial, () sino contribuyendo activamente a la toma de decisiones.”

 ¿En serio? ¿Quiere decir que toda decisión será por consulta directa? De otra manera será mera simulación con estructuras previamente amarradas para legitimar decisiones de la cúpula.

“Garantizaré –dijo Claudia Ruiz– un proceso ordenado, transparente, incluyente y con apego a la legalidad, para la renovación del Comité Ejecutivo Nacional.”

Pues como ella misma lo indicó una vez que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación califique la elección presidencial, y dentro del periodo reglamentario de 60 días, deberá convocar al Consejo Político Nacional para que designe a la dirigencia que concluya el periodo estatutario de cuatro años de Manlio Fabio Beltrones.

Pero deberá ser una dirigencia de transición que recaiga en un cuadro ajeno a la cúpula para que en 2019 conduzca a la elección de una nueva dirigencia nacional del PRI con imparcialidad y mediante consulta directa a militantes y simpatizantes; de otra manera será simulación.

Solo una dirigencia así legitimada podría conducir el proceso de reforma y refundación del Revolucionario Institucional, partido que en este momento se halla a un paso de la tumba política.

En fin, fue largo el rosario de buenas intenciones de Claudia Ruiz Massieu, que corren el riesgo de quedarse en eso por el fuerte hedor a gatopardismo. Sin dirigencia nacional legitimada por la base, no habrá cambio, ni reforma, ni refundación, ni nada.

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