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CRÓNICA POLÍTICA: A dos años, ¿a la baja electoral?

Por: Rosy Ramales

El ejercicio de gobierno de por sí desgasta, porque siempre habrá personas descontentas, insatisfechas con las acciones de quienes detentan el poder, independientemente de la lógica inconformidad de la oposición.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, y su partido, Morena, no son la excepción, aunque pudieron serlo cumpliendo cabalmente con hacer una “Cuarta Transformación”, real, auténtica, única; pero a dos años se han quedado en el gatopardismo.

Y que no es otra cosa que cambiar todo para que las cosas sigan iguales.

Sí, ha habido reformas constitucionales y legales. Pero han sido a modo, para sostener un proyecto político y la permanencia en el poder, más que para impulsar el desarrollo del país. Y así lo hizo el PRI y también el PAN, con sus variantes.

Pero el gobierno de izquierda, encabezado por el político que luchó durante 12 años por llegar a la Presidencia de México, estaba obligado a un proceder distinto, a velar primero por el bienestar de toda la población por igual y por el progreso de México, máxime cuando llegó con tan alta legitimidad.

En 2018 por Andrés Manuel López Obrador y por su coalición “Juntos Haremos Historia” votaron pobres, clase media y ricos. Por eso ganó, porque convenció a sectores que nunca habían estado de su lado, pero que se hartaron del PRI y estaban desilusionados del PAN.

Pero a dos años también se están hartando de Morena y aliados, y desilusionando de AMLO, quien, al asumir el cargo dijo: “No tengo derecho a fallar”.

Sin embargo, ha fallado. Y desde el momento mismo en que empezó a ignorar los mandatos constitucionales y legales para hacer posible sus proyectos mediante mecanismos fuera del marco jurídico; ahí están las encuestas “patito” para “legitimar”, por ejemplo, el lugar para construir el Aeropuerto Internacional.

Ha profundizado la desigualdad social, ha atizado el clasismo, ha abonado a la división de mexicanos y mexicanas. Y la pandemia COVID-19 ciertamente como él mismo dijo le ha venido como anillo al dedo quizá para mantener su clientela electoral a base de programas sociales.

Y que prácticamente son los mismos del PRI y del PAN con algunas modificaciones y variantes que amplían la base clientelar. Claro, los protagonistas de la Cuarta “T” dirán que solamente se trata de beneficiar a las clases desprotegidas, de cumplir con la promesa de AMLO de “primero los pobres”.

¿Será porque los pobres son fuente de votos? Pero llega un momento en que también se hartan cuando ven transcurrir el tiempo sin salir de la pobreza, máxime cuando empiezan a perder su patrimonio, trabajo, seres queridos (sino por Covid-19, por hambre).

Ahí está el ejemplo del PRI, con todo el poder perdió en 2000 y 2018 la Presidencia de México, además de su mayoría en las cámaras del Congreso de la Unión, congresos locales, gubernaturas, ayuntamientos. Y algo similar le pasó al PAN en tan solo dos sexenios.

¿Lo mismo le pasará a Morena y aliados; a AMLO como su líder? Es incierto.

Y aunque las encuestas nunca tienen la verdad absoluta, sino solamente sirven como parámetros para medir realidades y diseñar estrategias, los estudios demoscópicos cada vez muestran indicadores de la aceptación a la baja del presidente López Obrador y su partido.

Por ejemplo, la última encuesta de El Financiero, revela que:  La aprobación ciudadana al presidente López Obrador registró 56 por ciento en junio y 42 por ciento de desaprobación. Esto representa una disminución, por segundo mes consecutivo, en el apoyo popular al Presidente, 4 puntos menos que en mayo y 12 puntos menos respecto de abril.”

De seguir tal tendencia, para cuando sean las elecciones federales intermedias del 2021, su aceptación podría ubicarse por debajo del 50% con el riesgo de impactar en Morena, lo cual pondría en peligro la obtención nuevamente de la mayoría en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, la cual ahora es la fuerza y sostén de AMLO.

Los protagonistas de la Cuarta “T” tienen temor. Quizá por ello, el mismo mandatario habla de convertirse en “guardián” de las elecciones, cuando tiene todo el poder para ejercer impecablemente el gobierno a efecto de frenar la desilusión generada a dos años.

Quizá por ello el intento de acaparar las posiciones en el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) para mantener el control de las elecciones a favor del partido gobernante, algo similar a lo hecho por el PRI en sus mejores tiempos como partido hegemónico.

En fin,  a ver qué pasa llegada la jornada electoral del 2021. Pero que por el momento AMLO y Morena van a la baja, van a la baja.

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